Nueva temorada

Telecinco se mete en un lío y Ana Rosa, también

Ana Rosa Quintana en la promoción de su nuevo 'TardeAR'

Ana Rosa Quintana en la promoción de su nuevo 'TardeAR'

El riesgo de pasar a Ana Rosa Quintana de las mañanas a las tardes era evidente y una cadena no puede permitirse hacer tantos cambios cuando las parrillas entre unas y otras se parecen demasiado en el llamado day time.

La programación de las principales cadenas se encamina a limitarse a la narración y análisis de una actualidad sin fin donde sólo el golpe de efecto se convierte en signo de distinción. Telecinco ha optado en ese contexto por hacer todos los cambios posibles, privando a su audiencia de su rostro de compañía de las mañanas y enviando a su hasta ahora cara de las tardes, un Jorge Javier en la cacharrería del formato familiar, a las noches de Pablo Motos. 

TardeAR está anotando por debajo de Sálvame y las mañanas está anotando por debajo de cuando estaba Ana Rosa

En los distintos horarios el público varía y hacerse un sitio, convertirse en hábito y objeto de querencia, es cuestión de tiempo. Incluso de mucho tiempo. De más tiempo del que se imaginan los comerciales de publicidad.

Tanto los datos matinales como vespertinos de Telecinco han bajado precisamente por estas permutas mientras que su competencia directa, Antena 3, mantiene la parrilla reconocible ampliando el horario clave de Sonsoles Ónega. La 1 tiene margen de presupuesto para estar en los dos dígitos. Y las cadenas más beneficiadas por el juego de las sillas de Telecinco son las más tradicionales, las autonómicas. Canal Sur lleva milenios sin alterar sus contenidos vespertinos así que ahora sube por hábito y casi por lógica. Juan y Medio y Andalucía directo no son programas, son costumbres. Y las cadenas de Madrid se olvidan de la sincera fidelidad que despiertan las cadenas próximas.

Con los meses se comprobará si toda esta reforma de la casa le ha merecido la pena a Mediaset. Es un plan a largo plazo con demasiados riesgos y los primeros datos lo evidencia. Es difícil crecer en audiencia de forma aparatosa, de sopetón, con un programa diario y no hay efecto arrastre si se ficha a golpe de talonario. La primera en comprobarlo, por cierto, fue María Teresa Campos cuando pasó de Telecinco a Antena 3. Fue arrollada por alguien más joven, Ana Rosa Quintana.

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