Por que hay que ver 'Poquita fe'
Es una serie de confección artesanal, con planos tan medidos como las palabras que se pronuncian, con una legión de actores desconocidos que parecen cogidos a lazo por las aceras más deprimidas y deprimentes. Así es el contenido audiovisual más comentado en las redes en estos días. Su nombre:Poquita fe, un diminutivo que es la transfiguración de toda esa supeviviencia colectiva de la que habla. Supervivencia por sobrevivirse a sí mismo, tirar hacia adelante, fabricarse un buen rato, hacer el amor si es posible...
Pepón Montero y Juan Maidagán son los autores de ese mosaico de barrio olvidado que es Poquita fe, retrato de una generación, la de la pareja de José Ramón y Berta (Cimas y Pedreño), del móntón, arrasada por la precariedad que desdibuja la macroeconomía. La que percibimos en la calle de verdad. En Movistar Plus + se han sumado los ocho miniepisodios que se ríen entre lágrimas. De risa y de melancolía. Se ven en un rato y termina sabiendo a poco.
No queda bien parada la generación de los mayores, con su confort de una prosperidad anterior ¿Una crítica indirecta a que en realidad hemos vivido tiempos muy mejores? La serie con Raúl Cimas y tanta gente es de un realismo absurdo con la que no hace falta plantearse preguntas elevadas. Son las vivencias de la calle de al lado. No. Tal vez son las vivencias de nuestra casa. Y nos identifica con la humanidad, la de los dramas del primer mundo. Poquita fe se ha venido arriba. La segunda tanda aún es más sarcástica y viva que la primera. Arañazos de realidad patética.
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