TVE, el nacimiento de una emisión
RTVE cumple hoy 69 años de emisiones aunque la dictadura intentó aplazar todo lo posible su puesta en marcha por una posible mala influencia de la TV
Radiodifusión compró a Franco un televisor marca Autovox para que viera las emisiones en pruebas y así convencerle
La televisión privada de Franco
En 1938 en el cuartel general de los sublevados en Burgos se estima que se hizo una primera prueba de TV en España a cargo de militares nazis y directivos de Telefunken que presentaban al aliado Franco ese invento llamado a cambiar el mundo. Y la Segunda Guerra Mundial cambió las prioridades, aunque tanto en Alemania como en el Reino Unido se iniciaron las emisiones antes de la contienda. España, con su dolorosa posguerra de represalias, no iba a estar en condiciones de plantearse implantar una cadena de televisión hasta casi dos decenios después de la primera prueba. La última entre los principales países europeos.
Porque Franco no estaba interesado en popularizar la televisión en el país de su control: era peligroso que se colaran en las casas españolas imágenes “de incierta procedencia”, como expresó en su discurso navideño, radiado, de 1955. La TV, que se hacía casi en su totalidad en directo, tenía un punto imprevisible. Y también podía emitir cualquier largometraje o programa extranjero con a saber qué mensaje latente.
Un temor paternalista. El sistema se encargó de amainar viendo las auténticas posiblidades de que la dictadura se hiciera presente en el salón de las casas. Convencieron a Franco de que era una oportunidad de llevar “la doctrina y la fe” a los hogares a través de esa pantalla iluminada. Ha sido la constante desde entonces de la TV en España:herramienta de control, poder y propaganda. Impregnando ideario, represaliando con omisiones. Sucede a día de hoy en esa TVE gubernamental que cumple 69 años y en las cadenas cuyos gobiernos las convierten en propiedad: como hace el PPcada día con mayor descaro en Canal Sur. El pecado original fue el de la dictadura.
A modo de primer David Broncano, el actor favorito de Franco, Ángel de Andrés, hizo una actuación televisiva personal para la familia del dictador en unas prueba desarrolladas en 1948. La TV se preveía que no iba a ser más allá de un pasatiempo sin entidad. Pero ya entrado los 50 España se quedaba atrás respecto a Italia, la RFA, Francia y desde el entorno del búnker se recomendó no perder la carrera tecnológica en la que, por ejemplo, estaban instalados los países del Este con sus planes quinquenales.
TVEnació como una operación más del Ejército de Tierra. Ingenieros y técnicos que pondrían en marcha la televisión dentro del organigrama de la Dirección General de Radiodifusión encabezada por Radio Nacional de España, emisora nacida como portavoz del bando rebelde desde el palacio Anaya de Salamanca. Efectivamente, tanto la Legión como RNE fueron fundadas por el general Millán Astray, el de “muera la inteligencia”.
La TV de Franco solo podía llamarse “Televisión Española”. “Espantosa”, la retituló en un lapsus Rosa María Mateo. Ubicada en un chalet del Paseo de la Habana en Madrid, cerca de la sede del No-Do. En 1966 se ensanchó en Prado del Rey, baluarte del desarrollismo.
Durante varios años TVEemitió en pruebas, a la espera de si merecía la pena alumbrar a la criatura. Yaquello se produjo el 28 de octubre del 56. Carrera contrarreloj para no ser los últimos ya que en Portugal había comenzado la RTP salazarista a funcionar en pruebas en septiembre. La dictadura se puso a correr más que el vecino, aunque apenas había 500 televisores en Madrid. Un aparato costaba 25.000 pesetas: lo que costaba un coche con cierto estatus. Para que TVEse pusiera en marcha los propios dirigentes tomaron la decisión de comprarle un televisor a Franco. Así el dictador, su esposa, Carmen Polo, Carmencita y su extraña familia y amistades cercanas, fueron viendo en El Pardo esas emisiones en pruebas en las que el personal solía dirigirse personalmente a los espectadores del palacio.
Franco y su televisor Autovox
La dirección de Radiodifusión fue el organismo que pagó ese televisor privado. Se adquirió al dictador un aparato italiano modelo Autovox que estuvo funcionando hasta su muerte. Estaba en el salón hasta que le relevó un monitor en color y, con sus puertecitas de caobina, acabó en el dormitorio matrimonial cerca del brazo incorrupto de Santa Teresa que se llevó también a la cabecera de La Paz en los días de la agonía.
El dictador que fue reticente a que hoy hace 69 años comenzara a emitir de forma regular TVE terminó aficionándose a los partidos de fútbol, las películas o las sesudas conferencias entre actuaciones de Monna Bell (chilena que inauguró TVEcon sus baladas junto a varios coros y danzas) o Los Holandeses Voladores. A Franco le terminó gustando la tele. Como le pasa a los políticos que controlan los medios cuando se ven tan guapos en Ultra HD.
En sus años de declive Franco se dormía en los Consejos de Ministros y lo que más deseaba era que comenzara la programación de tarde con Un globo, dos globos, tres globos. Precisamente tantas tardes embobado durante el Mundial de Alemania de 1974, viendo a Cruyff y a Beckenbauer, contribuyeron a la tromboflebitis que terminó siendo fatal. Por entonces Franco estaba encantado con las series Ironside, Kung Fu o Cannon o con los monólogos intensitos de Paisaje con figuras, escritos por Antonio Gala.
Heidi, procedente de su antiguo aliado nipón y ambientada entre las queridas Suiza y Alemania, que había comenzado en esas tardes bucólicas de El Pardo, pasó a la sobremesas de los sábados donde había reinado la anarquista Pippi. Franco se perdió el final de Heidi.
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