Las Ventas | Trigésima corrida de la Feria de San Isidro

La Beneficencia, de lujo y a medio gas

  • El Juli y, especialmente, Urdiales realizan dos buenas faenas sin premio por el fallo a espadas

  • El rejoneador Diego Ventura consigue el único trofeo

  • El banderillero Pirri, herido grave

Felipe VI, en el centor, quien presidió honorariamente la Corrida de la Beneficencia 2019 desde el palco real.

Felipe VI, en el centor, quien presidió honorariamente la Corrida de la Beneficencia 2019 desde el palco real. / Ricardo Rubio / Efe

Las Ventas lucía espléndida y maravillosa, acicalada, para uno de los festejos más importantes del calendario taurino:la extraordinaria corrida de la Beneficencia, que presidió Felipe VI desde el palco real, acompañado, entre otras autoridades, por el matador de toros retirado Juan José Padilla.

La corrida, de máxima expectación, debido al fallo a espadas de los diestros El Juli y Diego Urdiales, se saldó con un sólo trofeo que consiguió el rejoneador Diego Ventura, quien desplegó maestría en la monta y acierto al clavar, consiguiendo un trofeo del cuarto, el único concedido. Con ese ejemplar, complicado, que cortaba a veces, el sevillano realizó una faena bien planteada que tuvo como cénit un par a dos manos de poder a poder a lomos de 'Dólar', sin riendas ni cabezada, que fue de lo más fuertemente ovacionado de la tarde. Buen toreo con 'Nazarí'. Con 'Remate' cerró con una rosa y estuvo acertado con el rejón de muerte lo que supuso el merecido trofeo.

Ventura realizó una interesante faena desde el punto de vista lidiador al manso primero, al que recibió frente a toriles, para torear garrocha en mano. Brilló con 'Nazarí', con el que prendió un meritísimo palo en corto. Mató de rejón y descabello.

El Juli, con su gran oficio y capacidad, rozó el triunfo ante el quinto, un jabonero de ¡620 kilos!, cinqueño, muy hondo, manejable, sin clase, ante el que el madrileño impuso su dominio y temple. El diestro lo recibió con unos lances magníficos de manos bajas y abrochó con una preciosa media. En su faena, en cada tanda, consiguió muletazos a la vez mandones y con suavidad por ambos pitones, brillando especialmente en varios naturales. Con el público entregado, concretó un epílogo toreando sin el estoque simulado. Lo que iba para premio quedó en una fuerte ovación tras errar en la suerte suprema, con tres pinchazos y media estocada.

El Juli toreó bien por ambos pitones al segundo, un ejemplar noble, con calidad, pero con falta de poder y con una probable lesión, que lidió entre las protestas de parte del público cada vez que perdía el animal las manos. Mató de estocada para ser ovacionado.

Diego Urdiales ofreció máxima entrega y calidad ante su lote. Si el toreo es parar, templar y mandar, eso lo grabó en letras de oro en el ruedo de Las Ventas Diego Urdiales. Con valor, seguridad, se impuso al tercero, un toro bastote, que parecía tener problemas de visión, incierto, aunque con recorrido y ante el que con quietud, ajuste y gusto, desgranó torería en bellos muletazos por ambos pitones con remates de categoría. Una estocada que hizo guardia y un descabello fue una rúbrica que no estuvo a la altura de una gran obra, ovacionada en cada serie y que era merecedora de premio. En banderillas, el toro, que apretaba mucho hacia los adentros, alcanzó a Pirri cuando entraba en un burladero tras un par y le propinó una cornada.

El sexto fue devuelto por flojedad y sustituido por un sobrero de La Reina, colorao, serio, complicado, ante el que Urdiales se entregó al máximo en una faena con firmeza de gran profesional que no valoró parte del público y que estuvo salpicada de retazos toreros.

Lejos de la mayoría de las ocasiones, la Beneficencia, con máxima expectación, no llegó a decepcionar al aficionado, que se encontró con sendas faenas notables de El Juli y, especialmente, de Urdiales que hubieran conseguido trofeos si aciertan con la espada; algo que logró el rejoneador Diego Ventura, premiado con la única oreja del festejo.

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