Toros

El Juli indulta un buen toro de Rincón tras una cátedra de gran toreo en la plaza de Cali

  • El madrileño ofrece un recital cumbre con la muleta. El Cid corta una oreja al último de la tarde

Julián López El Juli indultó un toro de Las Ventas del Espíritu Santo, ante el que se había lucido en un quite por chicuelinas de inspirada ejecución comenzando su labor muleteril con una tanda de estatuarios de la que salió con un pase del desprecio y remató con el de pecho.

Ya en redondo, el madrileño toreó ligado, templado y arrastrando la tela por el ruedo de Cañaveralejo en las dos primeras tandas tandas. Siguió luego al natural sin que bajase un ápice la calidad de sus muletazos. La embestida noble e incansable del animal permitió al madrileño estar muy a gusto.

Tras otras dos insuperables series por el derecho, adornadas con faroles y desplantes, le enjaretó tres naturales a cámara lenta. Ya en esos instantes los tendidos eran un auténtico clamor pidiendo unánimemente el indulto de Balsero, nº 625, nacido en junio de 2006. El palco no lo dudó un instante y llegó la apoteosis a Cali.

El quinto fue complicado. El de Rincón se defendía y embistió al paso, buscando siempre las zapatillas. El Juli basó la casi totalidad de su labor por el pitón izquierdo, pero el animal no se lo puso nunca fácil. Lo mató de un estoconazo.

Encabezaba la terna diestro bogotano Pepe Manrique, que saludó a la verónica al que abrió plaza. Después tuvo con la muleta una digna actuación ante este animal, que embestía humillado aunque rebañando por el pitón derecho. Tras una primera tanda de tanteo inició su toreo en redondo siendo prendido. El cuarto embistió muy tardo, quedándose siempre corto, y buscando al torero, que anduvo voluntarioso en un trasteo que no llegó a los tendidos. Fue certero con la espada.

A El Cid le tocó un primer animal sin motor ni trasmisión y no ausente de peligro, pues se quedaba debajo y se vencía. El sevillano trató de justificarse y el animal lejos de mejorar desarrolló sentido, por lo que se vio obligado a abreviar. Se peleó auténticamente El Cid con el sexto, un animal de embestida cortísima y probona. Todo lo hizo el diestro, que le recetó más de media en buen sitio.

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