Noveno festejo de la feria de san fermín

Pamplona, capital del Perú

Roca Rey, erigido en figurón del toreo y heredero del trono pamplonica, cita a su primero con el capote. Roca Rey, erigido en figurón del toreo y heredero del trono pamplonica, cita a su primero con el capote.

Roca Rey, erigido en figurón del toreo y heredero del trono pamplonica, cita a su primero con el capote. / EFE

ESTO va llegando a la orilla, arrasa nuevamente Andrés Roca Rey y la sensación de triunfalismo prevalece en el planeta taurino sobre todas las demás. El hecho de que a falta de dos festejos hasta cinco toreros hubieran cortado tres orejas y que haya habido otro doblete con derecho a puerta grande como es el caso del mexicano Isaac Fonseca es muy revelador y deja bien clara la dadivosidad del público pamplonica. Y en esas estábamos cuando llega el penúltimo festejo, que cuenta con la repetición del peruano Andrés Roca Rey, uno de los agraciados con trofeo triple y que llega con su habitual halo de expectación y como gran ídolo contemporáneo de la afición que abarrota a diario la Monumental de Pamplona.

Con una corrida de Victoriano del Río en la que abundan los cinqueños, que hasta cinco figuran en el envío del ganadero madrileño, la plaza registra su enésimo lleno y a un día del lastimero “pobre de mí”, la expectación es sideral al conjuro de ese Roca al que se le ha quedado el apelativo de Andrés I del Perú… y de Pamplona. Junto al inca andino hacen el paseo el extremeño Emilio de Justo, que a los pasados sanfermines no fue por el percance sufrido el Domingo de Ramos en Las Ventas, y ese toledano consumado especialista en abrir las puertas más grandes del toreo que atiende por Tomás Rufo.

Y sería Tomás Rufo el primero que tocaría pelo y fue gracias a la monumental estocada que le recetó a Entrenador, el meano que hizo tercero. Antes, Emilio de Justo también estuvo a punto de cortar una oreja, pero se atascó con los aceros. En su segundo no pasó de la rabieta en quites con Roca, ya que Alcalde parecía de Guisando no más llegar al último tercio. Y todo se concatenó con ese absentismo del público a la hora de merendar, con lo que la frustración se reflejaba en el rostro del extremeño. No ha tenido suerte Emilio en su comparecencia pamplonica, pues si en su primero falló con la espada, su segundo fue un auténtico semoviente con cuernos.

Algo parecido a lo ocurrido en el primero con el estoque le pasaría a Andrés Roca Rey con el descabello tras una de las faenas más macizas de cuantas le he visto, pero la tarde tuvo una primera parte de mucha enjundia. Sobre todo, la figura de Andrés sobrevoló la tarde por su gran obra ante Forajido, un mulato sensacional que merecería los honores de la vuelta al ruedo. El limeño, tras torear a la verónica como nunca y sin tirar de alardes cuajó una faena seria, llena de hondura, con redondos redondísimos y unos naturales todo lo largo que el toro pedía. Y es que Forajido tenía ese tranquito más que permite el toreo bueno.

Lástima su desacierto con el verduguillo, pues dio lugar a que sonasen dos recados presidenciales y lo que pudo ser de dos orejas se quedó en ovación. En quinto lugar salió un pavo con casi seis años que se lastimó una mano, siendo sustituido por Soleares de Toros de Cortés. Y Andrés se fue a portagayola para regocijo del mocerío para que a partir llegase la enésima explosión ocasionada por este ciclón del toreo. Brindó a la plaza, citó de rodillas en los medios y ya de pie, toreo fundamental para terminar con el arrimón coreado por el “Perú, Perú, Perú”. Estocada caidilla y las dos orejas para este auténtico figurón del toreo.

Debutaba Tomás Rufo en Pamplona y a fe que cayó de pie. Con su recia muleta y su buen sentido del temple anduvo con mucha solvencia ante ese buen toro que fue Entrenador. Faena seria que el de Talavera de la Reina coronaría con una estocada de libro para cortar la oreja en su debut pamplonica. En último lugar salta a la arena un toro alto y cornalón que se para muy pronto y con el que Tomás se muestra muy por encima de Navegante mediante una faena muy bien proyectada, pero que se frustró por la poca movilidad del morlaco, que acabó refugiado en tablas y loco por echarse. Lo mató de estocada baja y colorín colorado, hoy se echa el telón con la esperada corrida de Miura pero, pase lo que pase, estos sanfermines han sido territorio peruano gracias a ese tsunami de luces que es Roca Rey.

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