Unicaja

Alberto Díaz no era el problema

  • Ver al malagueño competir contra la superélite continental en este Eurobásket ratifica que es un jugador con características valiosísimas 

  • El reto es verle en un Unicaja competitivo esta temporada

  • Protagonista en las redes

Alberto Díaz celebra con Rudy Fernández.

Alberto Díaz celebra con Rudy Fernández. / Alberto Nevado / FEB

Alberto Díaz disfruta estos días de un reconocimiento colectivo del baloncesto nacional por su labor en el Eurobásket. Había sido cortado al comienzo de la preparación el malagueño, al que se recurrió una vez se confirmó la baja de Sergio Llull. Se habían detectado en los partidos de preparación algunos problemas que, unidos a la lesión del menorquín, llevaron a Scariolo y su staff a pulsar el Control+z e introducir en su primer gran campeonato al canterano del Unicaja. Desde la Federación hay gratitud por la disponibilidad del club y el jugador, se es consciente de lo que se juega en pocos días en la fase previa de la BCL. Jorge Garbajosa también apretó para esa plaza en la fase previa.

El malagueño está siendo el complemente perfecto de Lorenzo Brown, erigido en referente exterior del equipo. Durante esto años negros en el Unicaja, el debate se ha planteado alguna vez dentro del club y del entorno, sobre si Alberto era un base para llevar el peso del Unicaja. Cuando los resultados son malos se miran los defectos y no las virtudes. Y no, el pelirrojo no era el problema, como ratifica el nivel que está ofreciendo en este Eurobásket. El quid de la cuestión era que se construyeron plantillas infames con el desequilibrio como nota común. Pretender que Alberto, que ha progresado mucho en algunas de sus carencias, sea lo que no es no es no era culpa suya. Ha sido el rostro visible de un equipo que sufría en una época dura.

Se suele argumentar que Alberto es un jugador corto de talento. Es verdad que no es un base creativo, que genere un gran caudal de juego, no es desequilibrante ofensivamente, aunque es capaz de lanzar tres veces a canasta en un partido de la tensión de unos octavos de final del Europeo y no fallar ninguno. Y no tiros fáciles. Pero también cabe preguntarse si no es talento (y trabajo) leer situaciones a la velocidad de la luz, pensar más rápido que el rival y posicionarse para que le arrolle, meter las manos en el momento preciso, provocar pérdidas con su intensidad, defender el balón como no lo hace seguramente ningún jugador en Europa. Llegar a puntear y negar tres tiros en la misma jugada, saltar al triple rival y estar en el rebote. El talento también existe defensivamente y Alberto lo tiene diferencial. De la inacabable chistera de Scariolo salen un buen puñado de defensas distintas a la que se adapta.

Fue titánico el partido del malagueño ante Lituania, aportando lo que el equipo demandaba en cada momento. Enlaza con su papel decisivo ante Turquía. La falta en ataque que le saca a Domas Sabonis, que debió ser decisiva en los 40 minutos, fue el preludio de lo que venía. Mientras en la prórroga descargaba al celestial Lorenzo Brown del desgaste de subir el balón y después seguía mordiendo a los rivales, Scariolo le ordenó la defensa de Brazdeikis, el poderoso alero zurdo lituano de dos metros que estaba haciendo daño, para los últimos 30 segundos. Cuando se quedó con él en el uno contra uno le negó la penetración a un jugador más potente y con su actividad propició que se botara el balón en el pie y lo perdiera. En la frustración hizo la falta antideportiva (rigurosísima, cierto es) sobre Lorenzo que acabó sentenciando el encuentro. Antes había forzado algo igual con Grigonis. Hablamos de jugadores de NBA y élite de Euroliga, no unos cualquiera. Y en ese nivel se mueve Alberto siendo determinante defensivamente, en lo que la crítica está considerando el mejor Eurobásket conocido por la abundancia de buenos jugadores.

Alberto Díaz estaba ahí. La acumulación de jugadores generacionales en la posición han supuesto un tapón en la posición en la selección. Ahora, en cambio, con retiradas y lesiones, hay huecos. La controvertida nacionalización de Lorenzo Brown generó un debate lógico, pero deportivamente la decisión admite poca discusión. Puede ser frustrante, es comprensible, para un jugador que ha estado dando el callo en las ventanas ver cómo entra un jugador al que se le arreglan los papeles de manera rápida. La FEB entendió que era una situación de emergencia para seguir manteniendo la competitividad de la selección, que desde 1999, durante 10 Europeos, no se ha caído de las semifinales. Y ahí está Alberto, jugando 20 minutos en un partido capital y dando el nivel de sobra (+15 con él en pista).

El pelirrojo, eso sí, es el mismo al que entrenadores de buena fama en la ACB ponen como ejemplo negativo en las reuniones arbitrales por su búsqueda de la falta de ataque, auspician que se pongan normas para menguar su impacto. Verbalizó en su día Joan Plaza el descontento en una situación cuando dirigía al Betis, pero otros cardan la lana. También próceres centralistas también descubre ahora la valía de un jugador  

Mientras se disfruta con el papel de Alberto y de su íntimo amigo Darío Brizuela con la selección en el Eurobásket, como se ha hecho con la gran labor de Kendrick Perry con Montenegro, se alimenta la ilusión de verlos en el Unicaja, haciendo por fin una temporada acorde a la historia y la entidad del club. Se cumplieron ya 10 años del debut de Alberto Díaz con el primer equipo, cuando Luis Casimiro se reunía con sus padres para que le liberaran de ir a clase en semanas previas a la Selectividad para jugar en Badalona un partido capital para mantener la plaza en la Euroliga. Algunos entrenadores que vinieron después no le vieron y fue el empeño personal del anterior presidente, Eduardo García, lo que propició que tuviera una oportunidad para formar parte de la primera plantilla tras madurar en el Clínicas y las cesiones en Bilbao y Fuenlabrada. Alberto Díaz no defraudó. Nunca lo hace, él no era el problema. Ahora es el capitán del Unicaja con todos los galones. Y vendrá reforzado desde el Eurobásket.

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