Unicaja
  • El equipo de Ibon Navarro gana otro partido con un baloncesto de mucho nivel que empequeñece al remozado cuadro nazarí para recuperar la senda de la victoria en la Liga Endesa con autoridad

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Covirán Granada - Unicaja: No es tan sencillo como parece (62-90)

Taylor captura un rebote. Taylor captura un rebote.

Taylor captura un rebote. / ACB Photo

Una plantilla mejorada, con jugadores de fuste y más profundidad, del Covirán Granada amenazaba al Unicaja en este singular, tras el descenso del Betis, derbi andaluz. El partido estaba ventilado al final del tercer cuarto tras dos minutos finales tremendos del equipo de Ibon Navarro. Otro partido de mucho nivel de baloncesto, inalcanzable para el grueso de los equipos de la Liga Endesa. La costumbre de ver jugar también al Unicaja no debe quitar mérito a lo que hacen los jugadores malagueños. Es un arsenal tremendo el que han fabricado el entrenador vitoriano y su staff junto a una plantilla que para todas las estaciones y todas las pistas. Ante un partido que se está jugando la vida para permanecer en ACB pareció como cuando el león se quita a las moscas. Pero no, fue un triunfo trabajado, por momentos muy brillante. El Covirán propone un baloncesto similar al del Unicaja, con jugadores de un nivel algo menor. Y, tras un comienzo de partido en el que los nazaríes se escaparon por seis puntos, rápidamente el cuadro malagueño devolvió al partido a su curso natural. Protestó mucho el arbitraje el cuadro local en el primer tiempo.

El Unicaja supo ser serio cuando tocaba y disfrutón cuando pudo. Fue aumentando exponencialmente la diferencia mientras se iba escuchando más a los seguidores malagueños desplazados. Presentó un quinteto guerrero de salida, con Lima (fue escogido por Sima en el 12 de acta) de entrada, también con Ejim. Pero la entrada no fue la mejor, con el rival reboteando mejor y marcando distancia. Fue rápidamente subsanado el problema. La entrada de Alberto fue clave. El malagueño está en un momento de madurez en el que impacta en los partidos en los dos lados de la pista sin necesidad de hacer números deslumbrantes. Con él todo tuvo más sentido. Una vez el partido entró en combusión y el ritmo se mantuvo, el Unicaja aceleró y aceleró y empezó a provocar una infinidad de pérdidas al rival. Will Barton, un titular NBA una década, ofreció una grata impresión en su debut con los locales. Pero cuando se puede correr, el Unicaja vuela. Momentos deliciosos de Kalinoski saliendo de los bloqueos indirectos y metiendo triples (29-38 al descanso).

El partido ya se movía por encima de los 10 puntos de renta, próximo a romperse. El balance defensivo granadino cada vez era peor, tras pérdida o rebote cajista se producían muchos puntos. Djedovic, Carter, Ejim... Y también el ataque estático, no sólo la transición o el contraataque porque se ha crecido también mucho en esa faceta, permitía perforar el aro local. El festín anotador era colectivo. Tuvo un chispazo el Granada con un buen tramo de Rousselle para colocarse a ocho y que propició el tiempo muerto de Ibon Navarro. La salida fue tremenda y ya al final del tercer cuarto, con dos minutos finales de clínic, de pases y de tiros de alta escuela, la diferencia estaba por encima de los 20 puntos. Casi llegó a los 30 al final porque el equipo compite y con 12 hombres enchufados todos tienen ganas de mostrar cosas y de ayudar al éxito colectivo. Teóricamente es un tramo valle de la temporada hasta que comiencen los play off de la Basketball Champions League. Pero los síntomas de este Unicaja es que el hambre sigue intacta.

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