Jarro de agua helada (79-80)
Una canasta sobre la bocina de Chris Kramer propicia la derrota de un Unicaja que hizo lo más complicado tras ir a remolque
Cole decidió jugársela para decidir, pero falló
Un soberbio canastón de Chris Kramer sobre la bocina cayó a plomo sobre el Unicaja y llevó la victoria para Las Palmas (79-80) tras un partido disputadísimo que pudo caer de cualquiera de los dos lados. No supo rematar el Unicaja tras ir con la lengua fuera durante 25 minutos y obtener el control del partido en el cuarto final. Tuvo seis punto de renta, algún balón para subir. Pero el ataque fue malo en el tramo final. Apenas cuando el balón le llegó a Jaime Fernández hubo lucidez y productividad. Varias ofensivas sin tirar a canasta, pero aun así, a falta de 30 segundos tenía la bola para sentenciar, con un arriba. Norris Cole decidió jugársela él, no hacer sistema y cara a cara con Slaughter. Había sacado a pasear su mortífero tiro de media distancia durante todo el partido, pero falló cuando más falta hacía que la metiera. Diríase que era un balón para Jaime, el más clarividente y quien más había metido en los momentos caliente, pero el norteamericano asumió y falló. En el ataque posterior, no defendió mal el Unicaja, pero la bomba lejana de Kramer cayó con nieve y adentro, llevándose un partido que, pese a estar en los albores de la competición, era muy importante por ser un rival directo.
El Unicaja sale de este doble duelo canario en 48 con dos derrotas. Se compitió, se tuvieron opciones en los dos partidos. Este debió ganarse, se hizo lo más complicado, pero no remató el equipo de Katsikaris, que en el último cuarto realizó varios cambios rápidos ataque-defensa, probó también con tres bajitos (Alberto-Cole-Jaime). No acabó surtiendo efecto. La distancia entre la derrota y la victoria fue muy fina esta vez, pero no debió llegar a ese punto el Unicaja. La gestión ofensiva, una vez se había mejorado el nivel atrás, no fue óptima.
El partido retrató carencias y virtudes del Unicaja, una vez más. Katsikaris comprimió la rotación a nueve hombres en la práctica. Suárez se vistió, pero ya se había avisado de que no jugaría. Vicedo no salió esta vez y Rubén Guerrero apenas salió unos segundos en el segundo cuarto. Empezó cuesta arriba el duelo, con dominio canario de hasta por nueve puntos (15-24). Hay momentos de mucha espesura atacante, también los hubo en Tenerife. Hay rivales potentes enfrente, pero esos atascos cuestan caros. En los dos partidos se ha ido un largo trecho por detrás en el marcador, pero no se ha perdido la cara, no obstante. Es un aspecto positivo, hay mayores grados de competitividad, al menos de salida.
Poco a poco, gramo a gramo, el Unicaja fue recortando con gran esfuerzo las rentas. Bouteille es una grata noticia, la mejor junto a Jaime, en el arranque. El francés conserva su toque pero ha añadido algunos registros a su juego, una mejor lectura y también más implicación defensiva y en el rebote. Un par de triples metieron al Unicaja ahí. También Abromaitis aportaba. Eran momentos en los que anotar costaba en los dos aros y al descanso se iba el partido con equilibrio pero oscilación hacia los canarios (34-38).
En la segunda mitad hubo momentos de alto nivel defensivo del Unicaja, con Alberto Díaz comandando. Después tuvo algún error el base malagueño, pero es vital que adquiera su velocidad de crucero, para meter tiros liberados y ser un poco más punzante y para aumentar sus prestaciones en el tiempo atrás. Encontró vías de agua el Unicaja en la defensa del Gran Canaria. Bouteille, Jaime, la media distancia de Cole. Siempre con protagonismo exterior, aunque Eric era productivo cuando recibía.
Se ponía en suerte el Unicaja (71-65), perfilado para encarrilar el partido. Una antideportiva de Alberto redujo distancia. Un par de pérdidas ocasionaron contras del Gran Canaria, alguna de ella absurda. Rebotes que se perdieron ya no volvieron. Aun así, la inspiración de un Jaime en estado de gracia permitía liderar el marcador, en ese columpio de uno a tres puntos. La última vez que el Gran Canaria ganó en Málaga fue dolorosa, el último partido de Aíto 10 años atrás. Cole quiso ser protagonista y falló. Kramer lanzó a la desesperada y el balón cayó limpio para lanzar un jarro de agua helada a todo el Carpena.
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