Resultado y crónica del Unicaja-Joventut

Latidos de vida (102-93)

  • El Unicaja conquista en la prórroga un partido que tuvo ganado (16 arriba al comienzo del último cuarto) y perdido (cuatro abajo en el último minuto) con otra exhibición de Brizuela

Darío Brizuela deja una bandeja.

Darío Brizuela deja una bandeja. / ACB Photo / M. Pozo

Partido extremadamente loco en el Carpena y una necesaria sonrisa final para el Unicaja. Quizá lo mejor sea que acabe cuanto antes la temporada, sofocar la crisis institucional y correr un tupido velo sobre esta nefasta temporada 2020/21 que en el futuro se verá como un punto de inflexión, no necesariamente negativo aunque hoy se vea negro todo, en la historia de la entidad. Pero el mensaje que mandó la plantilla es que aún hay latidos, que hay vida en ese vestuario y que la temporada no está acabada. Derrotó al Joventut (102-93) y hasta le ganó el average. Que está a dos partidos y medio el cuadro catalán, pero por si acaso.

El desarrollo del partido tuvo un punto delirante. Un buen Unicaja durante 30 minutos tenía el partido controlado (71-55 a finales del tercer cuarto), pasó a tenerlo perdido en el cuarto final (80-84 a falta de 30 segundos) después de reiterar errores y empequeñecerse hasta el extremo. Lo rescató Darío Brizuela después de que diera opciones Dimitrijevic, que había volteado el partido con una actuación estelar, pero erró dos tiros libres y la canasta final. “Darío nos ha dinamitado”, fue la expresión sincera de Carles Duran en la sala de prensa tras el partido. Lo definió bien el entrenador catalán. Brizuela, una vez más, salió al rescate. Primero, con cuatro puntos para forzar el tiempo extra. Después, con 10 en una prórroga estelar en la que metió canastas de todos colores en cuatro minutos, antes de retirarse fundido con calambres que no le dejaron volver al encuentro.

Un rival de cualidades y defectos similares al Unicaja, un Joventut con calidad pero bizcochón, parecía el bálsamo perfecto para que el Unicaja emitiera señales de vida. La descorazonadora imagen de las últimas semanas mutó a una más acorde a lo que se espera de un equipo del calibre del malagueño. Sorprendió, por ejemplo, la actividad defensiva de Deon Thompson. No habla muy bien de él porque en partidos puntuales en sus dos años de estancia en Málaga ha demostrado que puede emplearse con agresividad, la que no ha tenido la gran mayoría de los partidos. Hubo más actividad atrás, mayor negación de canastas fáciles ante un equipo al que si se deja hace un destrozo. Eso, durante 30 minutos. Las bajas y las faltas personales obligaron a Katsikaris a cambiar hacia quintetos menos habituales. Por ejemplo, con Bouteille como cuatro o con Deon Thompson de cinco. También con tres bajitos en algún momento puntual. Tenía ausencias igualmente el Joventut y ambos equipos intentaban escarbar en las debilidades del rival. El desarrollo del partido fue de sólido dominio del Unicaja en la franja de entre los cinco y los 10 puntos durante el primer tiempo, donde ya se sentaban las bases de un partido en el que el cuadro de Katsikaris llevaba el volante, algo que no había sucedido en el último mes de manera continua. Con mejores frutos defensivos, recuperando una versión más digna. No será este equipo los Pistons de los bad boys, pero ha adolecido de dureza constantemente. Es evidente el déficit físico, pero no se han rozado los límites de la agresividad que se podían alcanzar con continuidad.

La sensación al descanso (44-38) era que la diferencia era menor de la que se había hecho acreedor el equipo malagueño, que había sobrepasado los 10 puntos de renta con grandes canastas de Brizuela. Pero la tónica seguía en la segunda mitad. Buen tono defensivo, aunque Dimitrijevic y Tomic hacían daño lógico. Gobernaba por 71-55 al comienzo del último cuarto y parecía todo bajo control. Dimitrijevic entró en combusión y al Unicaja le temblaron las piernas. El aro se hizo mínimo, no había alternativas pero el macedonio, que se retiró muy dolorido de su rodilla al comienzo de la prórroga, no ejecutó y Brizuela negó la derrota. Ahí, en la prórroga, fue territorio del vasco, que laminó a su rival con la ayuda de un Jaime Fernández mejorado. La temporada, de momento, no se ha acabado. Y quizá es el mejor mensaje que se podía enviar.

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