A Málaga se le resiste
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El Unicaja no puede aprovechar en la final de la Supercopa su cuarta oportunidad de festejar un título en casa Los tres trofeos (Korac, Copa y ACB) se alzaron en pistas rivales
A Málaga se le resiste presenciar en directo cómo el Unicaja levanta un título. Contra el Barça, ayer, con motivo de la final de la Supercopa Endesa, la afición cajista andaba con esperanzas de celebrar en pista con sus jugadores que se gana una competición oficial. La ilusión era fundada, no obstante, visto el encuentro de semifinales firmado ante el Madrid el viernes anterior, pero el Barça fue más. Málaga tendrá que esperar.
Son varias las ocasiones en las que Málaga rozó la gloria. En el año 95 no entró el triple de Ansley y el último partido en Barcelona decidió el título de ACB para los azulgrana. Cinco años después se jugó una final de Copa Korac contra el Limoges. Había que remontar 22 puntos en casa pero, pese al triunfo en la vuelta, al Unicaja le quedaron otros 13 puntos insalvables que no pudo saldar. Aún se recuerdan carteles con la leyenda "22+1" en el añorado Ciudad Jardín. Nuevamente Málaga se quedó con las ganas. En 2006, el Carpena albergó por segunda vez la Supercopa pero, tras meterse en la final, el trofeo fue para Baskonia.
El Unicaja presume de tres títulos pero todos ellos los ganó en territorio ajeno. La Korac de 2001 fue conquistada por el equipo de Maljkovic en la serbia Vrsac contra el KK Hemofarm. En 2005 la Copa cayó en Zaragoza. El rival era el Real Madrid. La Liga ACB, un año después, se alzó en Vitoria. Ambos títulos, con Sergio Scariolo al frente de la nave, ahora al mando de la selección española que reina en Europa.
En la Supercopa el Carpena volvió a mostrar su mejor cara en la final, pero el transcurso del encuentro ante los culés rebajó la tensión entre los aficionados. Contra el Madrid, cuanto más se acercaba el Unicaja a la victoria, más se encendía el Carpena. Ayer, de una manera lógica, se apagaba mientras el Barça abría la zanja en el marcador. Tanto es así, que durante el último parcial solamente se escuchaban a los hinchas culés, concentrados en una de las esquinas superiores del Palacio.
Abrines fue nuevamente perseguido por los pitos malagueños. Que aún duele su fuga (de esto ya hace tres años) se comprobó el viernes y se confirmó en el concurso de triples. Su entrada a pista en la presentación fue un auténtico concierto de viento. Tras los pitos, la mofa: el público festejó y jaleó cada fallo desde el perímetro. Casualidad o no, Abrines firmó la peor participación del concurso, con un raquítico botín de nueve puntos. Durante el partido, más silbidos en el primer y tercer parcial. No hizo un encuentro notable, aunque dejó para la videoteca una de las acciones del partido, con un bello mate (43-62). Ahí se notó el apagón de fe: el público ni se molestó en pitarle.
El Barça administró su renta con suficiencia. El Unicaja se resignó y se resignaron sus aficionados. Decenas de ellos enfilaron el camino hacia las salidas a falta de tres miinutos para la conclusión. El percal estaba más que vendido y mejor evitarse el atasco.
En cualquier caso, la celebración de la Supercopa en Málaga ha confirmado el excelente estado de salud que vive el matrimonio entre Unicaja y Carpena. Hay hambre de baloncesto, mucha hambre.
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