Ibon Navarro llega a Málaga para firmar con el Unicaja

El Unicaja acuerda con el técnico vitoriano, ya en la ciudad, su vínculo con el club

Ibon Navarro llega a Málaga para firmar con el Unicaja-
Ibon Navarro llega a Málaga para firmar con el Unicaja- / Javier Albiñana

El Unicaja va deglutiendo entrenadores progresivamente en una deriva que no mejora. Luis Casimiro y Fotis Katsikaris fueron fulminados a mitad de temporada, con las campañas ya muy torcidas. El equipo está ahora 13º en la Liga Endesa tras no clasificarse para la Copa y en situación delicada en el Round of 16 de la BCL, con 1-2 con tres jornadas por jugar y obligado a un pleno.

Es el turno de Ibon Navarro (Vitoria, 1976), que firmará para lo que queda temporada y una más, aunque con cláusulas de corte en el mes de junio. El club aún no oficializó, tras llegar desde Barcelona a las 17:00 horas se dirigió al Martín Carpena. Le esperaba Paco Aurioles, técnico ayudante, y la directora de comunicación, Rosa Mariscal. Juanma Rodríguez y Antonio Jesús López Nieto aún volaban desde Ucrania con el equipo, que jugó ante el Prometey el martes. Las cantidades y esa prolongación del contrato fueron los focos de la negociación en las últimas horas. Era el técnico deseado por el Unicaja una vez se destituyó a Katsikaris. Se tuvo claro que se debía contratar a alguien experimentado porque no había margan a las vacilaciones y se quería para dirigir el duelo del domingo ante el Madrid. Las contemplaciones que ha habido durante la temporada antes no se podían repetir.

El martes se llegó a un acuerdo y este miércoles se debía hacer oficial, con la llegada a Málaga del entrenador vitoriano, que residía en Andorra con su familia, pero a última hora de la noche no estaba. Allí permaneció con su mujer e hijos tras su destitución del MoraBanc hace unas semanas. Había llevado al equipo del Principado a jugar semifinales de Eurocup y de Copa (perdió ante el Unicaja en la edición de Málaga) como resultados más destacados y mantuvo la competitividad, consolidándolo en ACB. Antes estuvo en Manresa, con un descenso a LEB en su segundo año, Murcia, con una Final Four de la BCL, y Baskonia, el club de su vida.

En una ciudad con el baloncesto muy implantado como la capital vasca, Ibon Navarro empezó jugando al fútbol como portero, pero cambió rápido a la canasta. Su tío, Luis Pérez de Albéniz, fue entrenador de baloncesto de base en Corazonistas, colegio de gran tradición en el que Ibon estudió y empezó a entrenar, y en Baskonia. "En casa iba al baloncesto con mi abuelo, mis tíos y mi padre a Mendizorroza", refiere el técnico vasco sobre sus primeros recuerdos de baloncesto: "Mi tío se toma todo en serio y me quedó eso. Siempre he tenido en la cabeza que tienes que hacer lo que piensas, no esperes a que estés más arriba. Hazlo igual en seniors, cadetes, juniors o infantiles". Entrenando a Corazonistas, ganó de minibásket a junior todos los campeonatos de Álava, fue a la liga vasca y se convirtió uno de los pocos clubes de colegio que la ganó, en cadetes, con una generación que entrenó durante siete años.

Navarro habla castellano, euskera, inglés y alemán, es lector en verano y le gusta el grupo vitoriano Izal, estudiaron en su mismo colegio, y es licenciado en Químicas. Dejó un buen trabajo en una prestigiosa multinacional para irse a Tenerife como segundo entrenador de Rafa Sanz con 30 años en LEB Oro.

"Me gusta la Químicas porque tenía un gran profesor en los Corazonistas, la forma que tenía de enseñar hizo que me encantara. Cuando hubo que decidir qué iba a estudiar, era Medicina o Químicas", relata Navarro, que explicaba en un reportaje en profundidad cuando entrenó al Baskonia cómo se sacó la carrera compatibilizándolo con el baloncesto: "En el segundo año de carrera fue cuando jugaba liga Vasca con Corazonistas, era entrenador de la cadete alavesa, de la infantil alavesa y ayudante de la selección cadete de Euskadi. Los fines de semana ni me enteraba y no tenía tiempo de estudiar. Fue un año que pasó muy rápido. Nunca tuve problemas de notas, pero fue un desastre. Cuando me las dieron no había aprobado ninguna, ese verano me puse en la pared dos cartulinas que me lo recordaban, las veía cuando me entraban ganas de marcharme con los amigos a la piscina". Recordaba un verano en Alemania, donde fue para perfeccionarlo porque era importante para la industria farmacéutica. "Había estudiado alemán, pero llegas y no entiendes nada, no podía ni pedir pan. Espabilé, aprendí rápido. Es algo que todo el que pudiera debería hacerlo".

"Ese motor funciona muy buen, el motor es entrenar, en cómo vas a ir a jugar el fin de semana, en cómo trabajarás esta noche. Decides dar el paso de dejar el trabajo, en una buena empresa, con buen ambiente, y meterte en esta vida. Hay cierta locura e inconsciencia, me decían que cómo podía apostar sólo por el deporte, baloncesto, inestabilidad... Pero estaba dominado por mucha ilusión. Me dicen que soy un obseso del trabajo, pero yo no considero un trabajo el baloncesto, sino una forma de vida", resumía cuando decidió dedicarse profesionalmente. Confiesa que ve los partidos en casa con su mujer, Almudena. Su madre le dijo "químico vas a ser siempre, pero en la vida hay que intentar trabajar en lo que te gusta" cuando le llegó la oportunidad. Formó parte después del cuerpo técnico de Velimir Perasovic, al que había idolatrado como jugador. Se curtió con Ivanovic y Spahija. También con Paco Olmos, ahora técnico del Burgos, con el que vivió el descenso con Menorca y después entró en Valencia. "Cambio perder finales por no descender, es lo peor que hay en el baloncesto", decía antes de experimentarlo como primer técnico del Manresa.

En manos de Ibon Navarro se pone el Unicaja. El licenciado en Químicas necesita mezclar bien a un equipo que hasta ahora no ha funcionado nada. Un gran reto para un obseso del baloncesto.

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