Unicaja

El Pabellón Alfonso Queipo de Llano es una realidad

La familia Queipo de Llano y las autoridades.

La familia Queipo de Llano y las autoridades. / Javier Albiñana

Una mañana de sonrisas, también de algún momento emotivo, en el histórico pabellón de Ciudad Jardín, escenario donde el Unicaja se hizo mayor, que albergó un Mundial de baloncesto en el que jugaron David Robinson, Steve Kerr o Tyrone Bogues y que fue el lugar donde empezaron a formarse numerosos jugadores. El hilo conductor es Alfonso Queipo de Llano, fallecido hace algo más de un año. La Junta aprobó a comienzos de año que se cambiara el nombre del pabellón por el del padre del baloncesto malagueño. Una institución que puso el tren en las vías para que el baloncesto fuera lo que es hoy en Málaga.

El mundo del baloncesto estuvo en el evento que sirvió como recordatorio a una figura que rebasó los límites del deporte y que llenó a la sociedad malagueña. El alcalde, Francisco de la Torre; el consejero de Turismo y Deporte, Arturo Bernal; Rafa Pozo, íntimo amigo y otra institución del baloncesto malagueño; y su hijo Alfonso Queipo de Llano tuvieron alocuciones distintas para recordarle. Fernando, Magdalena, Alfredo y Paloma, sus otros hijos, así como sus nietos y familiares más cercanos, estuvieron allí. La plana mayor del Unicaja, encabezada por Antonio Jesús López Nieto, así como sus técnicos, con Ibon Navarro, y personal de oficinas, también acudieron. Y su grupo de jugadores/amigos que pusieron las bases de este deporte en Málaga.  

"Fue un pionero, esencial en el nacimiento del baloncesto en Málaga. Tenía una memoria extraordinaria para recordar todo, le dedicó mucho tiempo al el baloncesto y él reconoció que le quitó mucho tiempo a su familia. Fue inspirador del baloncesto en Málaga y financiador. Un hombre muy generoso, como Ciudad Jardín fue el templo del baloncesto como ahora el Carpena, es algo muy merecido", decía De la Torre, que destacó la faceta del "cariño que se le tenía en la sociedad, en los verdiales, el flamenco, estaba muy identificado con Málaga. Era de justicia que este acto pedido por el mundo del baloncesto se celebrara. Era un hombre de memoria enciclopédica, este detalle de memoria para que siempre esté el nombre de la ciudad".

El consejero Arturo Bernal aseguraba que "venimos a reconocer a una gran persona. Aquí se celebró un Mundial de baloncesto y él fue el responsable de la sede malagueña. Jugaba la cantera, que era su objetivo vital. Una persona sobresaliente, ilustre, un héroe de la sociedad. Una parte final de agradecimiento, no sé si tuvo algo que ver en esa Copa recién ganada por su club de manera brillante, pero seguro que todos tuvimos momentos de recuerdo hacia él", aseguraba.

Rafa Pozo, jugador de Queipo de Llano cuando era entrenador, recordaba que "cuando un número de amigos de Alfonso, después del luctuoso fallecimiento, nos pusimos a trabajar imaginábamos un momento así. Fue jugador, entrenador, amigo, casi padre... Comprometido en todo lo que iniciaba. La memoria me llevaba al pabellón del Club Deportivo Málaga, él tiró del baloncesto malagueño, fue un mecenas. Si no el baloncesto no sería lo que es hoy. Pensábamos que debía tener un reconocimiento. El baloncesto de Málaga ha tirado de las instalaciones deportivas, este pabellón se inauguró en el 78, hubo una inundación y volvimos en el 81 para debutar. El baloncesto es una familia y aquí está para recordar a Alfonso", decía el ex jugador cajista.

Por último, cerraba Alfonso, homónimo hijo del homenajeado. "El agradecimiento de la familia por este acto de significado muy especial. Es una instalación que ha estado siempre vinculada de forma muy estrecha a la familia del baloncesto, como mi padre la consideraba. El cariño mostrado, gracias, por todos los actos para reconocer su legado. Ha trascendido a toda la sociedad malagueña. Flamenco y verdiales han reconocido esta figura. Queremos agradecer este apoyo también. Nuestro padre colaboró con entidades sin ánimo de lucro, ayudando a los desfavorecidos. Desde el ámbito profesional también se agradeció. Medios se adhirieron, cómo hubiera disfrutado narrando la Copa recién ganada...", se emocionaba recordando a su padre, al tiempo que recordaba a "dos personas sin las cuales no sería posible esto. Son mi madre, Magdalena López-Cózar y su amigo del alma José María Martin Urbano, que hoy tenemos muy presente. Este pabellón tiene mucho relación con nosotros. Son incontables los días pasados aquí, hasta por la noche. Mi padre fue un malagueño pue cuatro costados, enamorado de su ciudad. Gracias, Málaga". 

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