El Unicaja despide la temporada con derrota ante el Leche Río Breogán (93-84) en una cita coherente con lo que ha sido el devenir del curso de los malagueños. Es difícil dar tanta grima como lo hace el cuadro verde en algunos momentos, tanta indolencia y falta de eficacia, pero nadie puede decir que sorprenda. Como tampoco la manita de pintura que se le da a veces a partidos en los que realmente nunca has tenido opciones de competir. Fiel hasta la última jornada.

El 0-3 que puso Brizuela en el tanteador no resultó ser el presagio de nada bueno. No era una señal de que el Unicaja iba a tratar de cerrar el curso con un mínimo de dignidad. Al contrario. El Breogán fue invitado poco a poco a hacer sangre en las muchas heridas abiertas del conjunto malagueño. Musa y, sobre todo, Kalinovski, comenzaron a anotar con facilidad ante una defensa inexistente.

Un parcial de 14-2 lo rompió Jaime Fernández, que logró con un par de acciones poner una tirita en un tajo. El 29-12 del primer cuarto se mezcló rápido con el siguiente parcial. Mahalbasic se puso a hacer malabares y repartió asistencias a diestro y siniestro para goce del público lucense, que celebró no pocas acciones de su equipo.

En tal ambiente festivo se invitó Cruz, que sacó del cajón todo su repertorio y lo fue mostrando con orgullo incluido un baile a Nzosa en la pintura para el 55-24. La distancia entre ambos era sideral y Mrsic no quería perder compás. Alberto con un triple y una asistencia para otro de Brizuela comandó un pequeño arreón que entre una canasta de Mooney y un tapón de Nzosa dejó el luminoso con 55-32.

Después de encajar 55 puntos y ver a varios rivales hacer un partido casi de exhibición, no había que ser muy listo para entender que todo pasaba por la defensa. El Breogán había corrido la pista sin oposición y gustándose y en el Unicaja apenas había rastro de coraje.

Regresaron los de Navarro decididos a ser algo más resistentes. Defendió mejor algunas acciones, no cabe duda, pero le costó corresponder en ataque. Como una hormiguita, armado de paciencia fue ganando pequeñas batallas. Brizuela y Jaime Fernández asumieron un rol anotador y eso sirvió para igualar el partido y conseguir llevarse el parcial con un triple antes de la conclusión del periodo (77-56).

Impulsado, el Unicaja siguió la senda y bajó al fin de los 20 puntos de desventaja (77-61 después de un triple de Barreiro). En las gradas del Pazo no importaba, era todo fiesta y el clamor de pedir el MVP para Musa. Con 80-65 y a falta de poco más de seis minutos, Jaime –de los pocos acertados– vio la quinta.

Lejos de acobardar al Unicaja, los de Ibon se pusieron a producir y con un 5-15 llegaron al 82-72 a falta de cinco minutos. Lukovic dio un respiro con un triple a los gallegos (85-72). Maquilló un poco el marcador, pero no llegaba a bajar de los diez puntos de desventaja. Lo hizo Darío con un triple que engordó un poco más sus estadísticas de mentira y bajar al 93-84.