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Los Smith, una visita del futuro

  • Los dos americanos dejaron una huella profunda en Málaga y un sinfín de historias y anécdotas

Mike y Ray Smith, en una imagen de hace cinco años.

Mike y Ray Smith, en una imagen de hace cinco años. / josé ángel garcía

El logotipo de la ACB está inspirado en un mate de Mike Smith, algo así como mister logo del baloncesto español, imitación de la NBA y Jerry West. Aquel inolvidable Mayoral Maristas es para el gran público nacional el equipo de los Smith, Mike y Ray, da idea de su trascendencia ese detalle. Había un núcleo nacional, gran parte malagueño, indispensable, pero el factor diferencial eran aquellos dos jugadores que compartían apellido. Smith es Herrero es castellano. Ellos eran las espuelas sobre las que galopaba ese mítico equipo del que hoy se recuerda que hace 30 años ascendió a ACB.

De alguna manera, el futuro vino a Málaga con dos superdotados encontrados como un zahorí detrás de minerales. Mike (New York, 1963) jugaba en el Yoplait Dublín. Jugaría después en Real Madrid y Joventut (campeón de Europa en 1994) y sería internacional por España tras nacionalizarse. Medía poco más de 1.95 y tenía unos muelles increíbles jugando de alero. Ray Smith (South Carolina, 1962) rozaba los 2.00 metros y era puro talento, más interior pero capaz de rebotear, subir el balón y realizar una suave bandeja. En 193 partidos en ACB sus medias fueron 22 puntos y 8.1 rebotes en 32 minutos.

Teníamos 1.500 dólares al mes para el americano y así ficharon

La llegada de los Smith da para una novela. "Siempre decía que todo jugador al que podíamos acceder tenía una tara. ¿Quién podía venir por 1.500 dólares al mes?", recuerda Jacinto Castillo, hombre para todo de aquel equipo. "Fue fruto de la inexperiencia y la casualidad", admite Castillo: "Había contactos a través de los Hermanos Maristas con un entrenador en Irlanda que decía que había americanos muy baratos por allí. Le dije 'Bobby, quiero un atleta negro joven que no tenga más de 23 años', no quería a alguien resabiado. Mi idea era alguien de 2.02 o 2.03 y que saltara muchísimo. No podíamos pagar más de 1.500 dólares al mes. Allí estaban ganando 700, pagábamos el doble. Cogimos a Mike porque la primera opción no pudo venir, él era la segunda. Me gustó que llamé a un tío que no dudó en venir. Había otro americano, David Cooke, que tras una pugna con un jugador de Tenerife se quedó fuera y no podíamos seguir sólo con un americano".

La llegada de Ray Smith fue aún más rocambolesca, también desde la liga de Irlanda. "Jugaba un play off con su equipo y no podía dejarlo tirado. Mike nos dijo que nos vendría de lujo, que era la leche porque había jugado contra é. Empecé a preguntar y conseguimos un contacto con un tipo del pabellón del Neptune Cork, que así se llamaba el equipo. Llamaba al pabellón y el conserje nos decía si ganaba o perdía aquel equipo para hacernos una idea de cuándo podía volver. Un día nos decía que había metido 45 puntos, otro que 48. No dábamos crédito, la verdad. Javier estaba nervioso, quería cuanto antes al americano. Por su cuenta contactó con otro. Venía de Holanda y le habían cortado, tenía más pedigrí. Tardaba en venir, tenía mujer e hijos, 200 maletas... Eso no me gustaba y se retrasaron porque llegaron tarde al aeropuerto con una pila de maletas. Total, que Ray acabó de competir en Irlanda y nos encontramos a los dos en Málaga a la vez. Los echamos a pelear en un partidillo y los dos eran bajitos, pero Ray se movía con una facilidad... Los intangibles de la disponibilidad me convencieron".

"Los Smith era lo que llegaba, lo que se veía, era el iceberg del revés, ellos eran la base en la punta, todo lo culminaban dos señores extraordinarios", prosigue Jacinto Castillo. "Ray era una locura", recuerda Manolo Morales, directivo de la época: "Llegó y en su debut metió 40 puntos en Valencia. Nos hacíamos apuestas al descanso para acertar cuánto había metido y siempre llevaba más puntos porque anotaba con una facilidad increíble, era de seda. Recuerdo que un jueves le citamos para el lunes porque sabíamos que salía mucho y queríamos darle un toque de atención. Pero claro, es que el día antes metió más de 40 para ganar. Y nos decía, '¿para qué me habéis citado?'. Claro, ¿qué le dices a un tío que te ha metido 40? Eso hizo un día en León, lo vieron a las siete de la mañana el día del partido por ahí perjudicado. Por la tarde metió 45".

"Yo iba a los partidos y sabía que iba a ver cosas extrordinarias, barbaridades", recuerda Mariano Pozo, fotoperiodista que ya ejercía entonces: "Recuerdo un tiro libre en el que salió rebotado el balón y Mike lo cogió a la altura superior del cuadrado dibujado en el tablero y la hundió. Del salto que dio salió despedido al público. He fotografiado a muchísimo jugadores, NBA incluida, y yo no he visto nada igual. Mike y Ray mataban pasando el codo por encima del aro. Eran dos portentos, dos adelantados. Hubo un All Star de Primera B que fue muy superior al concurso de mates de la ACB. Lo ganó Mike saltando por encima de Solsona, otro jugador que medía casi 1.90 metros. Era algo sobrehumano".

Javier Imbroda era el técnico cuyo nombre va asociado a los Smith. "Ganaban 10.000 dólares por toda la temporada, eso se gana ahora en una semana. Tanto Mike como Ray se adaptaron a una mentalidad colegial, universitaria, intensa y competitiva. Era un equipo mentalmente fuerte, que se lo creyó. Hasta un año nos metimos entre los ochos mejores de la ACB", recordaba Imbroda sobre los dos americanos: "Tenían hambre, igual que el grupo nacional. Éramos una manifestación permanente de competición y de crecer, algo impensable. Recuerdo que me decían que 'esto es un milagro'. Yo me enfadaba y dije que en España a trabajar duro se le llamaba milagro. Y Mike y Ray trabajaban durísimo".

"Mike y Ray tenían mucha hambre por triunfar", retrata Paco Aurioles, compañeros en su equipo: "Recuerdo que Jacinto nos vendía que estaba ahí la ACB, que aquello era El Dorado. Javier te hacía pensar, nos motivaba diciéndonos aquello de que el sur también existe, que nos íbamos a ganar el sitio en la élite en la pista, esa ambición se iba extendiendo. Ray y Mike tenían condiciones increíbles. Veían muy cerca la posibilidad de pasar de ser jugadores de una liga irlandesa a verse en un futuro en un Madrid o Barcelona, Mike estuvo ahí. Ray podía, tenía más incluso, pero su cabeza se lo impidió. Tenían tanta ambición que se esforzaban igual en un entrenamiento o un partido. Ray y Mike querían coger todos los rebotes, meter tapones y hacer todos los puntos. Ray metió en su debut 40 puntos. No se reservaban y eso fue lo que les hizo crecer. Estuve después muchos años en ACB. Los americanos siempre iban con el freno de mano. Ellos, de largo, eran los que más duro entrenaban de los que coincidí".

Ray Smith metió 39 puntos y Mike Smith hizo 31 aquel día en el que el Mayoral Maristas consiguió el ascenso a la ACB, partido del que hoy se cumplen 30 años. La historia del baloncesto en Málaga, tampoco en España, no se entiende sin la punta y la base de aquel fresco iceberg.

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