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Ahogados en la orilla (83-85)

  • El Unicaja remonta 20 puntos de desventaja para forzar la prórroga pero Ulanovas le ajusticia en el 45

"No jugamos a nada", era el grito desesperado de un espectador del Unicaja tras una de las canastas en medio del silencio local y los gritos de jolgorio de los lituanos presentes en el Carpena. Y sí, era la evidencia en ese momento, mediado el tercer cuarto. No jugaba a nada el Unicaja, que perdía por 20 puntos (36-56) y aquello amenazaba tormenta. Perdió el equipo malagueño (83-85), con una canasta en el último segundo de Ulanovas, y se retiró ovacionado por su público.

¿Qué pasó entre medias? Una locura con final infeliz. Reaccionó el equipo malagueño, jugó como debe jugar cada partido, como si fuera el último de la vida de cada jugador. Sólo así se entiende este equipo. La derrota duele mucho, tras una prórroga y una remontada que parecía heroica. Pero igual se encontró un camino, se convence de cómo debe jugar mientras el baloncesto, la fluidez y los mecanismos, no aparezca.

En esos 20 minutos, el Unicaja encontró, o recuperó, señas de identidad, caminos. Defensa a morir, ese rebote ofensivo proverbial (ayudado por la eliminación de los pivots rivales) y algún pase entre pivots, incluso. También a un McCallum que sólo funciona, con sus errores, en partidos rotos. En fin, algo a lo que agarrarse porque lo anterior era descorazonador. Al menos se llevó la ovación del Carpena porque la derrota es dolorosa clasficatoriamente. Perder en casa ante Bamberg y Zalgiris supone que el Carpena es asaltable por equipos de zona media-baja de la competición.

El Unicaja comenzó dominando mezclando bien los ataques, en una tónica de los últimos partidos que después no tiene continuidad. Si había metido 13 puntos en los primeros cinco minutos, después metió sólo cuatro hasta acabar el cuarto hasta marchar por abajo (17-21).

El Zalgiris exhibía un juego fresco e intenso, digamos que el ideal al que aspira al Unicaja, que tuvo unos buenos minutos en el arranque del segundo cuarto, con notables defensas para propiciar un 10-2 de parcial (27-23). Musli engrasaba el ataque y se produjeron buenas combinaciones. El Unicaja iba a la línea de personal con frecuencia y era su principal sustento. 14 de los 34 puntos al descanso llegaron desde ahí (34-41).

Era Kevin Pangos el hombre del partido, el que gobernaba sobre el parqué. Ni McCallum ni Alberto conseguían detenerle. El canadiense, anhelo malagueño hace dos veranos, era pura electricidad para castigar con el tiro, la penetración o la asistencia. En el Unicaja empezaban a escasear ideas en ataque, el Zalgiris había hecho el break con varios robos que propiciaban canastas sencillas. La garra de Brooks, en los dos aros, daba un poco de aire antes del descanso. Pero el acierto del Zalgiris (70% en tiros de campo por el famélico 38% cajista) hacía mucha pupa.

El regreso tras el descanso fue desolador. Triple de Pangos, triple de Milaknis y dos más uno de éste. En ataque, la inoperancia habitual cuando se ataca en estático, incapacidad de generar ventajas y primeros pitos evidentes. Un 34-50 preocupante, preludio de un hiriente 36-56, 20 puntos abajo a mediados del tercer cuarto. El rival estaba henchido de confianza y el Unicaja daba pena. Brooks era el único que tenía algo de puntería. Pero ya había pitos en el Carpena, amago de bronca.

Tocó fondo ahí el Unicaja y reaccionó cogiendo impulso. Brooks tocó el despertador en ataque y se ganó fiereza defensiva. Un parcial de 10-0 (46-56) y bríos renovados. Lástima de tiros libres de Shermadini, cinco fallados en un par de minutos, pero se metió en el partido el equipo malagueño (48-59 al final del tercer cuarto).

El Carpena empujaba y ahora sí reconocía a su equipo, más o menos los ideales que se le presuponen a un combinado de este nivel. Se llegó a reducir la distancia a ocho puntos (53-61), pareció que era posible tras un robo con canasta de McCallum (58-64), también tras un triple del americano a falta de dos minutos (64-70). El Zalgiris había perdido por personales a Jankunas y Kavaliauskas. Waczynski perdió un balón en el ataque para ponerse a tiro, pero creyó el Unicaja, recuperó la fe, sólo puede ganar a este nivel si entiende cada partido como un estado de excitación permanenente. McCallum se sumó a la fiesta, con algunos fallos en tiros libres, pero con el desequilibrio que se demandaba en ese momento. A 1:30 se perdía por ocho (64-72), metió McCallum y se recuperó un balón para que Waczynski recortara a cuatro. Metió Brooks, Micic falló dos tiros libres y la posesión final le quedó al Unicaja. McCallum eligió penetrar y era la prórroga después de que Pangos fallara a la desesperada el triple (72-72).

El Carpena estaba incandescente, pero el Zalgiris salió con ideas claras y con tino cuando lo normal era bajar los brazos. Ganaba pòr 20 puntos a falta de 15 minutos y tenía que ganar otra vez en la prórroga. Milaknis metía seis puntos y Suárez respondía con un dos más uno. En un sobresalto al corazón en cada ataque, fallaba el Zalgiris para sentenciar y McCallum, tras un arabesco tremendo, igualaba a falta de 1.9 segundos (83-83). Pero supo generar una ventaja en el saque de banda el Zalgiris para que Ulanovas, en posición incómoda y forzada, ganara el partido con un tiro desde seis metros (83-85). Una locura de partido con final infeliz.

Unicaja (17+17+14+24+11) 83: McCallum 19, Salin 6, Díez 3, Brooks 16 y Shermadini 3 -quinteto inicial-. Díaz 0, Milosavljevic 8, Waczynski 7, Augustine 8, Suárez 9 y Musli 4.

Zalgiris (21+20+18+13+13) 85: Pangos 21, Micic 4, Ulanovas 10, Jankunas 4 y Davies 7 -quinteto inicial-. Bost 4, Toupane 4, Sajus 0, Milaknis 13, White 10, Kavaliauskas 5 y Valinskas 3.

Árbitros: Belosevic (SRB), Petek (SLV) y Koljensic (MNE). Eliminados: Jankunas y Kavaliauskas.

Incidencias: 7ª jornada de la Liga Endesa. Encuentro disputado en el Palacio de los Deportes José María Martín Carpena ante 6.866 espectadores en las gradas.

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