AEK - Unicaja: La calma del campeón, el hambre del aspirante (65-71)

Letal cuarto final del Unicaja para dominar a un AEK que se subió a las barbas y, alentado por su incansable público, vendió carísima su derrota en el ambientazo de Ano Liosia

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El Unicaja se abraza.
El Unicaja se abraza. / BCL

Atenas/El soniquete de la versión ateniense de “El último mohicano” se mete en la cabeza y es difícil sacarlo de ella, como una danza tribal del que van a sacrificar. El AEKaprieta, lleva lejos al Unicaja, domina por siete puntos en los comienzos de un último cuarto. No está fino el equipo de Ibon Navarro, ultracompetitivo en cualquier caso. El maestro Sakota, el entrenador más venerado de la historia de un club centenario en su versión baloncestística, ha preparado un partido en el que reduce anotación y porcentajes. No aparece la bala de Hunter Hale, el jugador más talentoso del rival, hasta mediado el segundo cuarto. El diablillo de exteriores zurdos americano, él y Hubb, no carbura en la anotación pero generan los espacios. Bryce es un exterior salvaje reboteando. Y Golden no es el interior más atlético pero el baloncesto lo tiene en la cabeza y hace daño. Ibon tiene el as del excel. Ha rotado sin ponerse nervioso aunque hay momentos límites, está cociendo a fuego lento al rival. El último cuarto es tremendo. El AEK es una máquina de perder balones, la defensa del Unicaja asfixia, en un partido con un arbitraje que, con sus fallos, ha tenido un criterio. Y no es sencillo encontrarlo. A menos puntos de los habituales (65-71), el Unicaja es un equipo de para todas las estaciones, para todos los contextos. Y con jugadores que actúan con la calma del campeón y el hambre del aspirante, una mezcla difícilmente alcanzable.

En ese cielo histórico está el Unicaja, que este domingo competirá desde las 20:00 horas (19:00 horas en España) ante un tremendo Galatasaray, que derrotó al La Laguna Tenerife, exhausto, sin fisicalidad para igualar las piernas estambulíes. Por suerte, al Unicaja no le tienen que contar quién es el equipo del discípulo de Ataman, Yakup Sekizkök, el que más problemas le ha creado desde el inicio de la temporada 2023/24 en la Basketball Champions League.

No es frecuente jugar, hay que admitirlo, en este tipo de ambientes en esta competición. Y no es sencillo hacerlo. También vale para valorar la regularidad en los grandes días de un Unicaja de culto e histórico, que sabe sobreponerse a situaciones límites. Superó un buen inicio del AEK con un parcial de 0-11 (del 10-4 al 10-15), con un triple de Barreiro. Sima tuvo en el golpe en el cuelo en el primer minuto que le sacó del partido. No le afectó en una segunda parte bestial del catalán. Kravish se cargó de faltas, pero había soluciones, siempre las encuentra Ibon Navarrro. Ya en el segundo cuarto el partido se movía en la frontera de los cinco puntos de renta, canasta arriba y canasta abajo. Pero Hale no había un punto ni el AEKhabía encestado un triple. Había dinamita sin usar (31-37).

El AEK encontró confianza, los puntos perdidos de Hale ofrecían oxígeno y el Unicaja encadenó varios ataques malos. Aparecía Tyson Pérez, de los de más hambre, para una jugada de cuatro puntos. Antes, Kalinoski había metido una inverosímil canasta por detrás del tablero. Pero percutía al AEK al son de la banda sonora de la citada película y uno se imaginaba a Daniel Day-Lewis trepando por las parades verticales del Ano Liosia. Encontró fuego el Unicaja en Alberto, atosigando a los exteriores, en un colosal Sima, con rebotes de ataque como rosquillas. En un Taylor que no ha dejado a su mujer y su hija en Estados Unidos para perder. Y un Dylan Osetkowski que demostraba que no hay demasiados cuatros mejores en Europa. Qué jugador nos estamos perdiendo. Perry ponía el descabello. El excel (Ibon, el staff, todos los jugadores...) había apagado el infierno.

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