Chris Duarte y su fichaje por el Unicaja, un síntoma y un estatus

La marcha a la Euroliga de cuatro jugadores y otro a NCAA recuerda la realidad actual del club pero los fichajes también el atractivo del proyecto

La calidad dominicana en la ACB

Chris Duarte lanza a canasta en Puerto Rico. / BSN / Joseph G. Colón Torres

Hace poco más de dos semanas que acabó la competición para el Unicaja y en ese proceso se ha vivido un tobogán de sensaciones en el club malagueño y su entorno, parece ya un tiempo lejano por todo lo que se ha movido la plantilla. Quedó esa melancolía de la constancia de, si no un fin de ciclo, un cambio más profundo que en los veranos anteriores, con el adiós de piezas esenciales en un trienio histórico. Se han ido seis jugadores (Osetkowski, Carter, Taylor, Sima, Ejim y Saint-Supéry) y han llegado cinco (Webb, Sulejmanovic, Castañeda, Duarte y Melwin Pantzar, aunque este una llegada en diferido como la de Tyson Pérez). Faltan por oficializar las renovaciones de Tillie y Kravish y la ampliación de Tyson Pérez.

No hay previsión de más sustos en el Unicaja, los jugadores con contrato tienen cláusulas de salida altas y/o están en una edad en la que han privilegiado la estabilidad. Por ejemplo, la salida de Kendrick Perry, por decir un jugador con jerarquía, peso y tras una gran temporada, costaría ahora 1.5 millones de euros. En la misma línea están los jugadores que pudieran ser más atractivos en el mercado. Aunque el trabajo de fondo está hecho.

La realidad del Unicaja es que por encima está la Euroliga, a Belgrado y Valencia se han ido Osetkowski, Carter, Sima y Taylor. Digamos que a equipos de clase media de la competición, pero ese impulso de medirse a los mejores de este lado del charco y buenos sueldos, aunque el Unicaja pague bien, es una combinación tentadora. No se pierde esa perspectiva y hay clubes por encima. La NCAA, ahora vista por los clubes europeos como un demonio, se llevó a Saint-Supéry también. Cinco de las seis salidas llevaron aparejadas un ingreso (hasta un total de dos millones), el único con el que el club decidió no contar fue con Ejim. El cobro de una cláusula no fue precisamente frecuente en el club malagueño en la década anterior. Hubo un proceso parecido en años consecutivos con las ventas de Zoric, Freeland, Abrines y Kuzmic en un corto periodo de tiempo, aunque los resultados y la reconstrucción no fueron tan bien. Desde entonces menguaron.

Quizá el aspecto más diferencial en la gestión de López Nieto y su equipo desde que llegó al club ha sido la agilidad en la toma de decisiones, la capacidad para adelantarse a los tiempos del mercado, maniobrar con previsión e independencia. A cada salida se ha reaccionado rápido, no era lo frecuente. El tiempo dirá si se acierta o no, ese pleno del verano de 2022 es absolutamente anormal, pero había soluciones listas para cada contratiempo. El fichaje de Sulejmanovic cuando llegó la marcha de Sima es un ejemplo palmario. Es una operación montada en pocas horas.

Y el fichaje Chris Duarte, larvado con más tiempo en silencio y con paciencia, también ha servido para sacar músculo. Obviamente es una inversión grande y hay un riesgo en el encaje que pueda tener un talento natural como hay pocos a este lado del charco en un ecosistema distinto al que ha conocido antes. Pero es un tipo movimiento que hubiera firmado el Panathinaikos o el CSKA años atrás. Un jugador de calibre NBA que elige reimpulsar su carrera en Málaga. Y ese escaparate en el que se ha convertido el Unicaja es, paradójicamente, también su fortaleza. Hay un trabajo concienzudo, una implicación total del entrenador en ese proceso de planificación y en la atracción de los jugadores para fichar. El listón de resultados es casi infranqueable, pero se ha conseguido reactivar la ilusión tras marchas emblemáticas. Y qué es si no el baloncesto, el deporte.

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