Emir Sulejmanovic, el guerrero adorable

El Unicaja ya percibe en sus primeros días la calidad humana del pívot bosnio, su gratitud hacia el club y la ilusión de quien afronta una oportunidad única tras una carrera de mucho picar piedra

Las palabras en su presentación

Sulejmanovic, en su presentación.
Sulejmanovic, en su presentación. / Carlos Guerrero

Desde sus primeros días en Málaga, Emir Sulejmanovic ha revelado en el Unicaja una calidad humana que no pasa desapercibida. Antes de acometer su fichaje, como en cada incorporación, el club recabó una gran cantidad de información sobre su carácter. El bosnio ha generado una excelente impresión inicial en compañeros, trabajadores del club, y hasta un trato cercano con la prensa, donde se marcan distancias. Incluso en su presentación oficial, se percibió un perfil más introspectivo de lo habitual: agradecido, reflexivo y consciente de la oportunidad que se le brindaba y de la responsabilidad que supone formar parte de un proyecto como el del Unicaja. “La mejor organización en la que he jugado, ayer se lo dije a mi mujer”, decía tras apenas tres días. Llamó la atención la comodidad en su comparecencia, dominando la escena y transmitiendo naturalidad y cercanía.

Esa actitud humilde refleja una carrera que no ha sido sencilla. A sus 30 años, acariciando la madurez, ha jugado desde 2017 en Fuenlabrada, Breogán, dos etapas en Bilbao, Tenerife y Zaragoza. De cada paso, el Unicaja fue recopilando datos del bosnio, al que le costó asentarse en la Liga y huir del estancamiento. Sus dos años en Zaragoza, sin hacer mucho ruido y con un juego poco mediático, le consolidaron como jugador de primer nivel ACB, confirmando la proyección que se le había vislumbrado en su etapa juvenil en el Barça, como un proyecto potente a nivel europeo. La sensación en Zaragoza, atendiendo a las reacciones desde que se oficializó su salida, es que se marcha un jugador que deja una huella profunda, tanto en lo deportivo como en lo humano, incluso en una temporada pasada que no fue fácil en el Príncipe Felipe.

Es un guerrero con ese barniz balcánico que vendrá de maravilla tras la salida de Ejim: sólido, con un nivel de poso y consistencia que rara vez falla, sin necesidad de grandes explosiones de talento, pero asegurando siempre un rendimiento fiable y constante. Esa capacidad de dar estabilidad y seguridad es uno de los factores determinantes que ha llevado al Unicaja a apostar por su fichaje, junto con su calidad humana. Su integración en la dinámica del vestuario debería ser natural, algo que el club valora especialmente. Ese famoso scouting humano que el club exprime.

Sule hace un gesto en su presentación.
Sule hace un gesto en su presentación. / Carlos Guerrero

Como se mencionaba, Sulejmanovic ha pasado por muchos sitios en ACB. Según Juanma Rodríguez, es un jugador al que el club ya había seguido tiempo atrás, y las circunstancias del mercado y esa salida inesperada de Sima activaron su incorporación. Se tenía una carpeta de muchos folios. Muy pegado a Nihad Djedovic, compañero y amigo de la selección, incluso hay similitudes con su homólogo a la hora de encajar en los sitios, con ese trato serio y cercano con trabajadores del club. “Es la mejor persona que me he encontrado en el baloncesto”, señalaba a este periódico un interlocutor de recorrido y prestigio dentro de la ACB. Llega a Málaga un soldado, para aceptar lo que le echen, pero acompañado de un temperamento accesible y cercano, algo que ya ha sentido el Unicaja en pocos días.

Esa misma actitud, que se refleja en la relación con Djedovic, es uno de los factores que ha facilitado la renovación del también bosnio: cercanía, implicación y sentimiento de pertenencia con el club y todas sus áreas. No es fácil encontrar un jugador que combine rendimiento con esa riqueza humana, y más en un ecosistema como el malagueño, con el valor humano por bandera. Ahora este grupo se tiene que regenerar con los cuatro fichajes. Con sus riesgos y sin ciencias exactas, pero el Unicaja ha trabajado muchísimo en encontrar buenas personas que encajen y abracen la forma en la que se trabaja en Málaga. Promete Sulejmanovic dejar huella en Málaga, como lo hizo en Zaragoza, Tenerife, Bilbao y allá donde ha dejado su marca.

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