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De Los Guindos a Atenas, el Rey es el Unicaja

La casa del Unicaja se llenó para ver el partido en pantalla gigante mientras los 200 aficionados cajistas, con algunos VIPS ilustres también apoyando, animaban in situ

Así te contamos el partido

La afición del Unicaja anima en el pabellón. / BCL

Después del bestial ambiente vivido en la semifinal del viernes ante el AEK tocó vivir una final de la BCL con menos decibelios en el Sunel Arena. Antes se celebró el partido por el tercer puesto y, ahí sí, hubo casi tres cuartos de entrada y la afición local vibró con la remontada ante un Tenerife que volvió a dar síntomas de fatiga física y de ideas en el tramo final. En ese tramo final, la afición del Unicaja intentó ganarse el favor de la afición local para la final, con Los Mihitas haciendo sonar el “Bella Ciao”, cántico recurrente de la hinchada del AEK. Llama la atención la charanga entre el público griego, que sacaba móviles para ver esos momentos de simbiosis. Realmente, no hacía falta ese guiño para ganarse el favor de la hinchada local que, en algo más de 1.000 personas, se quedaba en el pabellón para ver el partido por el título. La K final del nombre remite a la vieja Constantinopla y a los antepasados que tuvieron que regresar cuando los griegos fueron expulsados de Turquía. “Constantinopla, no Estambul”, precisa un compañero griego cuando se le explicaba que el Unicaja había perdido allí en el Round of 16. Al final, hasta sonó "El último mohicano", que también se había metido en la cabeza de "Los Mihitas".

“Sentimos espiritualmente a la gente de Málaga, sus ánimos”, decía unas horas antes del partido, tras la sesión de tiro, Olek Balcerowski. A 2.500 kilómetros en línea recta y 4.000 por carretera de Atenas se encuentra Los Guindos, la casa del club. Los conciertos del maestro Joaquín Sabina impedían utilizar el Carpena para ofrecer más espacio a la afición para unirse. Las localidades gratuitas que el Unicaja puso a disposición de sus aficionados se agotaron en pocos minutos, algo menos de 1.000. Así que el Pabellón José María Martín Urbano estaba hasta los topes y mandaba esa energía que Balcerowski decía sentir.

En la fila VIP, desfile de gente importante del baloncesto. Ataman, apoyando al club de su corazón, el Galatasaray. En el otro lado, el ex cajista Mathias Lessort, Juancho Hernangómez y Luca Vildoza, ahora en el Olympiacos, que hicieron buenas migas con Olek Balcerowski el año pasado en el Panathinaikos. Giannakis, Rentzias, Papaloukas, Dikoudis... Mucho mito griego también en la grada, que vibró, salvo el escaso público turco, con el triunfo del Unicaja por segunda vez. Mientras los papelillos dorados inundaban el Sunel Arena para celebrar que el Unicaja sigue siendo el rey.

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