En un partido áspero, muy duro y de nivel físico muy exigente, agitado por un arbitraje demencial que empezó desquiciando al Unicaja y acabó haciéndolo con el Gran Canaria, el equipo malagueño consiguió su primera victoria (70-63) en la ACB, valiosísima y de capital importancia. Si la derrota ante los canarios en un momento parecido el año pasado marcaría en cierta forma el resto de la temporada, esta debe valer para que el cuadro de Ibon Navarro agarre confianza. Hay muchísimo margen de mejora, pero quedó claro que el Unicaja es un equipo con fondo de armario tremendo y que es capaz de alcanzar un nivel físico y de intensidad que no se veía desde hace años en Málaga. Ante un rival que venía de ganarle al Barça el viernes le acabó abrasando en ese aspecto. El ataque estático es espeso y la ocupación de espacios es muy mejorable. Pero cuando el Unicaja pudo poner una tapa en el aro todo cambió. Un nombre clave en el partido, Melvin Ejim. No había sido empleado en la primera mitad y salió de arranque en la segunda. El nivel de agresividad subió varios escalones y cambió el decorado del encuentro, doblando defensa, tocando balones, haciendo daño a los rivales. Navarro cuadró un quinteto con Alberto, un Carter mejor de lo que se esperaba en defensa, Djedovic y Lima que fue una pesadilla para el Gran Canaria. El jugador 12 en entrar tiene ese nivel. Es un síntoma de progreso colectivo.

Aliaga, Sánchez Sixto y Báez contribuyeron a desquiciar todo desde el arranque. Lo observaba Martín Bertrán, colegiado jefe ahora de los colegiados, desde la zona de prensa. En el minuto 4 ya se les había ido el partido de las manos. Es complicado que eso suceda tan rápido, pero ocurrió. Son humanos y tienen malos días, fue uno de ellos. El Unicaja se metió en una espiral tóxica que se trasladó al juego. La fluidez y el acierto del primer cuarto de Vitoria se ha quedado ahí. Al equipo le costaba horrores no sólo anotar sino ya encontrar situaciones cómodas de tiro. El Gran Canaria se iba cerrando cada vez más para impedir la recepción de los pívots, que en este equipo deben ser básicos a la hora de crear juego por la buena capacidad de pase de varios de ellos, cerca del aro. 3/17 llegó a marchar, un 33% en tiros de campo al acabar el primer tiempo. La defensa, al menos, era correcta, lo suficiente para mantenerse en el partido. El poderoso Diop hacía mucho daño. Un triple de Perry sobre la bocina del primer tiempo fue importante para marcharse por debajo de la psicológica diferencia de los 10 (28-36). Un buen resultado para lo que se había visto. La circulación de balón era deficiente y había que darle una vuelta al plan.

Tardó varios minutos en anotar el Unicaja tras el descanso, pero el partido había virado. El vigor de Ejim fue contagioso. La actitud es muy buena. En el show arbitral, una miríada de técnicas, antideportivas, revisiones de jugadas, parones... Salieron del partido Albicy y Lima por acumular dos técnicas y/o antideportivas. Hubo también para los dos banquillos.

El Unicaja entró en combustión junto a un Carpena con muchas ganas, activo y presionante. En tres minutos finales de cuarto lo volteó con un parcial demoledor para irse con buena renta (55-46) tras ir a remolque. En el último cuarto, la tensión creció. Sin un juego fluido, el Unicaja metió un par de triples a tabla, de Osetkowski y Kalinoski que dieron un empujoncito. Una jugada de cinco puntos del Gran Canaria puso nervios, pero el equipo malagueño aguantó la diferencia. Navarro seguía rotando mucho para mantener el nivel de intensidad, pero la abundancia en la plantilla propicia que, por ejemplo, Brizuela no jugara. El equipo superó el desquiciamiento y conquistó una victoria esencial para coger confianza y ganar tranquilidad y fe antes de una semana que sigue siendo importante, con los partidos ante Sassari y el intratable Real Madrid en el horizonte para continuar creciendo.

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