Real Madrid - Unicaja (90-77): No se lo creyeron

El equipo malagueño ofrece una versión menor ante un hipermotivado Real Madrid y encaja una derrota que hará que el próximo viernes se pierde la liderato de la Liga Endesa

Las fotos del partido

El Real Madrid-Unicaja, en fotos
Alberto Díaz lanza a canasta. / ACB Photo

Una versión decepcionante del Unicaja no valió para exigir a un Real Madrid hipermotivado en el WiZink Center. No fue plenamente reconocible el equipo malagueño, que no llegó al nivel físico propuesto por los blancos y que hincó la rodilla (90-77) en un encuentro que le hará perder el viernes el liderato ante quien gane del Valencia-Tenerife aplazado. Tuvo opciones de meter nervios a los blancos en el tercer cuarto, desaprovechó varias opciones claras para acortar al mínimo el hueco que tuvieron los blancos desde el primer momento del partido. Es algo que la plantilla sabe, pero no tuvo la urgencia y el hambre necesarias para ganar un partido en el que apenas metió de tres puntos, en el que apenas compartió el balón y en el que apenas pudo correr. Pese a ello, no salió del partido, igual guardando alguna bala en una derrota asumible para duelos a muerte más adelante ante los blancos.

El Real Madrid jugaba con sangre en el ojo, con esa necesidad que se crea ganar cuando se está en un incendio en una entidad que tolera la derrota peor que ninguna. El trabajo defensivo blanco, que había dejado mucho que desear en las últimas semanas, fue excelente desde el inicio. El Unicaja apenas podía pisar la pintura. 8-0 de inicio, pero Ibon no pedía un tiempo muerto y dejaba que, poco a poco, su equipo se metiera en el partido. Lo hacía lejos de su mejor baloncesto, sin sus señas de identidad, sin apenas poder correr y, cuando lo hacía, sin producir como suele. Pero con ese nervio competitivo que sí es característico. Recortaba (18-17), antes de que Llull estirara con una de esas secuencias en las que sigue pareciendo iluminado (32-20). 

El Unicaja no metía con fluidez, con mucho tiro de media distancia y sin acierto en el triple (raspaba el 30% en los tiros de campo en la primera mitad). Apenas se recordaban canastas cómodas. Tyson Carter daba algo de aire con dos tiros exteriores. Tavares impone bastante y condiciona muchos tiros, pero había que buscas soluciones. Esa adrenalina que exhibía el Madrid, que le permtía mantener hueco con la segunda unidad, le hacía cometer muchas faltas. Y ese era el sustento malagueño, un 14/14 en tiros libres al descanso aprovechando ese punto de aceleración blanca (39-34), que también prefería pagar ese sobrecoste para impedir que los verdimorados cogieran su ritmo. El marcador era excelente para lo que se había visto.

A lomos de Campazzo y Deck, la conexión argentina, el Madrid comenzó otra vez a 100 por hora el tercer cuarto. Esta vez sí que Ibon lo paraba (48-36) para frenar al rival y ordenar ideas. Una buena secuencia de Kravish, que encontraba fórmulas para anotar ante Tavares, recortaba (52-44), pero Osetkowski erraba dos triples y un 3x1 claro para recortar distancias. Eran momentos en los que el equipo malagueño defendía y recuperaba, pero no culminaba. Y ante un equipo como el Real Madrid, por más que esté necesitado y lejos de su mejor momento, los errores deben ser en un número fisiológico. Más opciones con 57-52 y un triple algo precipitado de Ejim después de haber metido uno en el ataque previo tras una gran circulación. 60-52 al final del tercer cuarto era la última cuesta a subir.

Y no, no hubo opciones de ganar el partido. Es lo normal perder en el WiZink Center, pero la sensación es que el Unicaja no fue completamente fiel a sí mismo, no compitió a su mejor nivel. El Madrid se lo tomó como una cuestión de honor y el equipo malagueño jugó con algo de miedo, cohibido, sin llegar a los niveles de agresividad e intensidad de los blancos. Tampoco sin entrar en la marrullería del Madrid, que en los últimos tiempos sale en todas las fotos de trifulcas, incluso cuando gana. En una disputa por un tiro libre, Ibaka cogió por el cuello a Osetkowski. Fue descalificado, pero también Ejim y Tyson Pérez por haber pisado la pista estando en el banquillo para separar (sin llegar a hacerlo). Una derrota en Madrid que recuerda la realidad, que para ganar a este tipo de equipos hay que hacer las cosas de manera casi perfecta.

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