Resultado y crónica del Barça-Unicaja

Un maná en el desierto (63-73)

  • Victoria de mucho mérito del Unicaja ante el Barcelona, líder de la ACB, para recuperar la alegría

Brizuela acaba un contraataque con mate en el Palau Blaugrana.

Brizuela acaba un contraataque con mate en el Palau Blaugrana. / efe

Sinceramente no hay quien explique a este Unicaja. El mismo equipo que hace unos días era vapuleado en el Nou Congost, una semana después fue capaz de asaltar al Palau Blaugrana. Es la ley del deporte, que tiene ese don de la imprevisibilidad que lo hace único. Victoria gigante de los malagueños en la pista del, hasta ahora, mejor equipo de Europa (63-73). Líder holgado de la ACB y también mejor balance de la Euroliga en la antesala del inicio del play off. Donde tiene la cabeza el Barça, en un torneo continental que es el maná después de acariciarlo la temporada pasada. Y la Liga Endesa no perdona, cada día es más difícil ganar con el escudo. 

Solidísima actuación de los cajistas, en una línea de regularidad que este bloque de jugadores exhibió en momentos muy concretos. Este Jueves Santo, con Málaga en las calles pendiente de la Semana Santa, se dio un alegrón en una plaza grande. Necesaria en lo mental después del trago amargo de la eliminación de la Basketball Champions League. Lo que deja en buen lugar el orgullo de la plantilla, que no se abandona pese a los palos. Lo fácil hubiera sido dejarse ir, pero están demostrando que quieren. Es una transfusión de confianza para lo que queda. Porque la permanencia está sellada, no matemática pero sí virtualmente, con 13 victorias. Pero hay mucho en juego en los seis duelos restantes, como jugar Europa la próxima campaña. La décima plaza la defendió en el Pazo el Breogán, que ganó al Baxi Manresa. 

Dejó a los azulgrana en la peor puntuación del curso. 61 puntos en 40 minutos. El Barça, un arsenal ofensivo alucinante. Cuesta hasta creerlo. Mucho mérito tiene la defensa cajista, en un día además donde faltaba su puntal, Alberto Díaz. No puede caer en balde y también demuestra que atrás se funciona si hay deseo. Un triunfo incontestable para un Unicaja que ganó los cuatro cuartos y que sin estar en su versión más brillante tiene su mejor postal de la temporada. Con el sello de Ibon Navarro, al que hay que reconocerle que ha reactivado al vestuario y está agarrándose con uñas y dientes para maquillar un año que sigue siendo hasta la fecha decepcionante. Pero ya tiene su pica en Flandes. 

Se plantó serio, firme, el Unicaja en las tablas del Palau. Brizuela avisaba desde fuera y daba la primera ventaja (0-5). Pero en un pestañeo el Barça recuperaba terreno y se ponía por encima (11-9). Nzosa volvía a tener minutos en la primera rotación del entrenador vitoriano, como cuatro. El vasco seguía castigando con sus puntos, dos triples más, pero las pérdidas cajistas eran un lastre. Una mochila muy pesada, ocho en el primer cuarto. El palo en las ruedas de un conjunto malagueño que dominaba en el resto de facetas para ir dominando (18-19). 

Tomaba ahora el volante Bouteille, en un modo más cerebral, aprovechando las ventajas. Desde la zona, a su ritmo, martilleaba y los visitantes estiraban (23-29). Al Barça le costaba horrores ver aro, siete puntos en siete minutos para los azulgranas. Sobre los hombros de Mirotic, en una dependencia del ala-pívot que se ha visto en pocas ocasiones. El de Podgorica contenía y cerraba la pista de despegue al Unicaja, que sí encontraba más caminos hacia la canasta. Hacía daño en la zona Rubén Guerrero con seis rebotes que daban oportunidades, al igual que ayudaba cerrar el grifo de los balones extraviados. De ocho a cero. Aún así, la distancia era corta al descanso (32-35). 

Como se ha visto en muchos partidos contra los grandes, se esperaba un ciclón tras el paso por vestuarios. Pero Brizuela, que había estado muchos minutos en el banquillo, cogía el toro por los cuernos. 10 puntos suyos en el tercer acto permitían seguir con la manija. El escolta estaba en esa versión celestial en el que ve el aro como una piscina. Recordaba, en cierto modo, a la exhibición que dio en Madrid en la Copa ante el propio Barcelona en 2021. No había fallado un tiro de tres, lo que era peligroso para los blaugrana. Estaba prendido. Sólo Mirotic permitía seguir con vida al Barça (46-50). Ni Oliver, ni Suárez, ni Abromaitis lo podían frenar hasta ahora. 

Con la vía del triple tapiada para los locales, el equipo malagueño olió sangre y se tiró de cabeza. Entre otras muchas cosas, es lo que se le pedía a estos jugadores desde hace meses. ¿Por qué? Porque pueden hacerlo. Varios tomaban el testigo de la Mamba Vasca, lo que era garantía de éxito. Abromaitis hacía un alley-hoop, Jaime Fernández metía un triple, Mooney robaba un balón y anotaba... En resumen, +11 a falta de cinco minutos. Saras Jasikevicius no daba con la tecla y quemaba dos tiempos muertos en un minuto y medio. No había antídoto al tanque verde. Laprovittola trató de sembrar nervios (58-66), pero los malagueños ya rebosaban confianza. Se lo habían creído. 

Brizuela, con todo merecimiento, era el que le echaba el lazo desde el triple. Una victoria monumental que no era celebrada por la plantilla como tal. Lleva el asterisco de muchos meses de sufrimiento y de una eliminación de la BCL que aún está de cuerpo presente. Pero mirando atrás no se construye. Una alegría grande para jugadores y cuerpo técnico que viene a dejar claro una máxima de la vida. Ni antes eran tan malos, ni ahora son tan buenos. Un triunfo contundente que hay que saborear después de tantos disgustos y que ayuda a seguir mirando hacia arriba en la ACB. Porque en una temporada en escala de grises, el Unicaja podrá decir que le ganó al líder de la ACB y de la Euroliga en su casa. Algo es algo. Un maná en el desierto. 

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