Resultado y crónica del Real Madrid-Unicaja

Ganar en Madrid exige muchísimo más (79-74)

  • El Unicaja pierde en el WiZink Center después de un horrible tercer cuarto y se complica el billete para la Copa

Sergio Llull supera a Brizuela en un lance del partido.

Sergio Llull supera a Brizuela en un lance del partido. / acb photo

El Real Madrid es el primer equipo clasificado para la Copa del Rey de Granada. Ahí le costará sangre y sudor, si es que lo consigue, estar al Unicaja. Hubo vergüenza torera para maquillar una derrota fea en el WiZink Center (79-74), en unos puntos que pueden ser cruciales en esa foto finish en el que parece que se van a decidir los últimos billetes. No obstante, siendo sinceros, cuesta pensar que los cajistas pueden hacer pleno de aquí al final de la primera vuelta. Tras este tropiezo y con el balance negativo de 6-7, es altamente probable que tenga que ganar los cuatro partidos restantes. Y ello puede que no le asegure viajar a la ciudad de la Alhambra en febrero. 

Pero eso son cábalas. Y lo interesante es hablar de realidades. Y una muy palpable es que el equipo malagueño está muy lejos de lo que se esperaba. No para ganar a un transatlántico como el Real Madrid, que podía suponerse, sino para no ser superado con comodidad por un conjunto de Pablo Laso al trantrán. Le falta mucho colmillo a este Unicaja, que no supo aprovecharse de un Madrid que venía con alguna herida aún supurando del Palau Blaugrana. El tropiezo en Euroliga no tiene muchas consecuencias en una liga regular maratoniana, pero sí escuece el orgullo ser superado en un Clásico con Mirotic con la capa de héroe. 

Le costó entrar al líder de la ACB en el duelo. Causeur y Williams-Goss pegaban algunos arreones, pero estaban bien plantados los cajistas en las tablas madrileñas. Katsikaris simultaneó a Cole y Jaime Fernández de salida, con Barreiro de alero. El estadounidense extraviaba varios balones y el partido le pasaba por encima. Estaba con chispa el español, que conoce bien los aros del pabellón. Bien anotaba él o asistía a Eric, al que encontraban cerca de la canasta, para tomar las primeras rentas. 16-19 tras 10 minutos. 

Había tenido buena entrada en el choque Carlos Suárez, que posteaba ante Vukcevic y daba intensidad. Se apreciaba por televisión incluso como pedía más intensidad a sus compañeros. Alberto Díaz estiraba (16-22), pero faltaba esa marcha extra para quebrar. Heurtel metía el primer triple local ya en el segundo cuarto. El Real Madrid no tenía acierto para abrir el campo y perdía la batalla por el rebote ampliamente (9-20, 13-23 a la media parte), pero Rudy Fernández los mantenía dentro (29-31). Rubén Guerrero dejaba buenos detalles y era precisamente Eric el que ponía el 31-37 al descanso. Recordaba a la primera parte en el Buesa Arena, que también se pagó cara. Si dejas resucitar al Madrid...

Laso tenía en formol a Llull, que pisaba pista por primera vez tras el paso por vestuarios. Tremenda puesta en escena del menorquín, que aún es decisivo. Un poco de Llull en ciertos momentos todavía es mucho. Lo comprobaron los malagueños en sus carnes. 13 puntos y tres asistencias del base en el tercer cuarto dibujaban un encuentro diametralmente opuesto al que había hasta su aparición. Del 31-39, que llegó a ser la máxima cajista, se pasó al 55-47. El internacional español, que tiene una de sus canastas más icónicas en Málaga, había cavado la tumba verde, con Tavares de mano derecha. El pívot reventaba el aro y sumaba nueve puntos. El Madrid metió en 10 minutos 31, los mismos que en la primera mitad. 

Ahí se resquebrajó el Unicaja, que hizo lo que no había que hacer. Levantar la bandera blanca, nunca mejor mejor dicho, y a pensar en otra cosa. Más con el presidente López Nieto en el palco. Fue un tramo feo, indecente. Imperdonable a estos niveles por orgullo propio y por lo que aún hay en juego. Lo paró Katsikaris, que lógicamente fue duro. "Es una p* vergüenza", resumía el griego en castellano. Y al menos hubo casta de los jugadores, que arrimaron el hombro para terminar perdiendo por cinco. El marcador no refleja la diferencia que hubo cuando el Madrid se remangó, con Yabusele además vestido de calle. Se tiró una bala de plata cuando la soga cada vez aprieta un poquito más. La Copa del Rey requiere de una hazaña. 

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