Sergio de Larrea, el eco de Limasol resuena en Málaga

El joven base del Valencia Basket llega a la Supercopa como uno de los grandes nombres del verano tras un Eurobasket donde ratificó esa condición de jugador generacional

Pedro Martínez habla del Unicaja

De Larrea, en una sesión de fotos.
De Larrea, en una sesión de fotos. / ACB PHOTO

La Supercopa Endesa de Málaga supone la primera gran prueba de la temporada para el Valencia Basket y en particular para Sergio de Larrea (2005). El joven base llega a la cita como uno de los nombres propios del baloncesto español tras un verano en el que asumió, casi por accidente, la titularidad de la selección en el Eurobasket. En Chipre, en medio de un campeonato discreto que marcaba el final de una era, el vallisoletano dejó destellos de jugador especial y demostró que posee la dimensión necesaria para competir donde se juega al máximo. La semifinal ante Unicaja presenta un escenario distinto, ya que la ausencia de dos generadores clave como Montero y Badio le obligará a tomar las riendas de la creación y la dirección ofensiva del bólido taronja (o del cohete, como mencionaba Ibon Navarro en la previa). A sus 19 años (cumplirá 20 en diciembre), De Larrea se enfrenta en Málaga a un examen exigente en el que pretenderá trasladar lo aprendido con la selección a un contexto de club donde se espera de él responsabilidad, control del ritmo y capacidad de decisión en un pico de exigencia similar al vivido hace unas semanas en Limasol.

El desarrollo de De Larrea ha sido acelerado durante el último año. La pasada temporada se consolidó en la rotación del Valencia Basket y demostró que estaba preparado para competir al primer nivel. En la final de la Liga Endesa ante el Real Madrid, aunque el equipo estuvo lejos de pelear por el título, adquirió experiencia valiosa al enfrentarse a un rival de máxima exigencia, sumando minutos y aprendiendo a gestionar situaciones complejas. Esa base se reforzó en el Eurobasket, donde asumió la titularidad de España y se midió a rivales de gran categoría, traduciéndose en una evolución natural de su carácter y de su capacidad para responder en partidos exigentes (15 puntos y 17 de valoración ante Italia, su gran partido en el campeonato). Su decisión de quedarse en Valencia y no aceptar la opción de la NCAA resultó sorprendente, convirtiéndose en una excepción en medio de la fuga imparable del talento europeo al baloncesto universitario. El club respondió con una renovación de peso hasta 2028, y el jugador trazando un camino a largo plazo similar al de Mario Saint-Supéry. “El sueño es la NBA”, señalaba en As un De Larrea que ha encontrado en este contexto un entorno ideal para crecer con continuidad y sin prisa, reforzando poco a poco su condición de jugador cada vez más relevante y consolidando su posición como pieza clave del proyecto taronja.

El marco en el que se mueve actualmente Valencia Basket también contribuye a acelerar su progresión. El regreso del club a la Euroliga y la construcción del imponente y moderno Roig Arena han elevado la exigencia deportiva e institucional, situando al equipo en un escalón superior en cuanto a ambición y competitividad. En ese escenario, De Larrea tiene la oportunidad de medirse regularmente con los mejores bases del continente, un aprendizaje constante que seguro el nuevo seleccionador Chus Mateo valorará. “Él y Mario nos permiten ser optimistas, están llamando a la puerta”, decía Mateo esta semana. La gestión de su proceso por parte de Pedro Martínez es clave, acompañando su evolución sin presionarle y dejando que crezca a su ritmo. “Larry va a ser bueno, pero hoy en día no lo es todavía. Tiene una mentalidad buenísima, un físico muy bueno y mucho talento, pero esperar que ya sea un jugador decisivo es un error. Está en un proceso muy bueno y hay que ayudarle a crecer sin convertir la ilusión en una presión que lo frene”, comentaba esta semana Pedro en Racó Taronja, inteligente y certero. En la Supercopa, con Montero y Badio ausentes, se le fuerza un protagonismo mayor, y él, junto a Darius Thompson, será el faro que guíe a una plantilla taronja intimidante. Y al Unicaja soportarlo.

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