Unicaja-La Laguna Tenerife: Por la historia y por la gloria (90-83)

Sensacional partido del Unicaja, que este domingo competirá por dar continuidad a este ciclo glorioso tras otra tremenda victoria ante el Tenerife a lomos de Alberto y Sima

Búscate en las gradas del Gran Canaria Arena

El Unicaja celebra el triunfo.
El Unicaja celebra el triunfo. / ACB Photo

Las Palmas de Gran Canaria/Un equipo de culto, de leyenda, que será recordado por décadas en Málaga, que sublima el baloncesto, que juega bonito y que es durísimo física y mentalmente. Está en otra final el Unicaja, la voracidad de este entrenador y su grupo de jugadores continúa intacta y su límite es el cielo. Sometió a un indomable y orgulloso La Laguna Tenerife, que exige a cada rival una versión óptima para derrotarle (90-83). Es más alto el techo del equipo malagueño, lo eleva cada vez que lo necesita ante el Canarias, no sin sufrir. Dominaba por 15 puntos en el arranque del último cuarto y el Tenerife se colocó a cuatro falta de dos minutos. Nervios de acero, frialdad de killer, con un monumental Alberto Díaz, en uno de los partidos de su vida, dictando cátedra ante uno de sus referentes, Marcelinho Huertas. “Málaga, Málaga”, grita el casi millar de aficionados cajistas que están viviendo otro fin de semana maravilloso en Gran Canaria y que sueñan con coronarlo en una final que este domingo (20:00 horas) pone al equipo ante el tercer título en esta competición.

Fue otro partido tremendo, equilibrado con victoria a los puntos de los aurinegros al descanso (38-39), pero una segunda mitad soberbia, sobre todo un tercer cuarto de babero, en unos niveles colosales de baloncesto en las dos canastas. El duelo comenzó con gobierno ligero del Unicaja, dominando los rebotes en los dos aros, con Sima produciendo números como no suele y con dificultades para anotar triples. Hasta el minuto 14 no consiguió uno Perry. Es complicado abordar al Tenerife, capaz de mover el balón durante 22 segundos con sentido y encontrar en el último un tiro liberado en la esquina para hacer mucho daño, son defensas que castigan física y mentalmente. Podía vivir el Unicaja sin meter desde fuera, sí con la media distancia de Kravish. 15 de los primeros 19 puntos fueron de los cincos y ello permitió ir con 21-15 al final del primer cuarto.

Colisionaban dos estilos y la tendencia viró con el cambio de periodo. Era previsible que hubiera que pasar alguna ciénaga, como en el inicio de un segundo cuarto con un parcial de 0-10 para los canarios, esta vez con Shermadini como protagonista. El georgiano ha equilibrado minutos con el paso adelante de un Fran Guerra que también hace daño jugando el short roll para liberar tiros y con algún baile estilo Olajuwon. El La Laguna Tenerife dirigió el partido a lo que le gusta, con ataques 5x5 que son clínics de ocupación de espacios y circulación de balón. En ese momento también perdía el control del rebote el Unicaja. Si en el primer cuarto era la falta de acierto la que impedía haber cogido más renta, ahora el juego también era espeso, costaba mucho anotar con continuidad. Prescindir de un cinco y colocar ahí a Osetkowski (Balcerowski volvió a ser descarte) podía ser una solución, la que empleó Ibon, pero no acabó de resultar.

No obstante, el Unicaja encontraba asideros. Un dos más uno de Djedovic, un rebote de ataque de Sima, algún canastón de Taylor. Y un Barreiro descomunal, para salvar un balón, para coger un rebote, para dificultar un pase, para meter un triple cuando el aro se hacía pequeño. Y, tras ese mal momento, un respiro para irse al descanso a un solo punto (38-39), con sensación de más minutos de dominio tinerfeño, de jugarse más a lo que ellos proponen, pero de estar ahí.

El Unicaja activó el modo demolición en el segundo tiempo, con un cuarto sobrenatural, caminando sobre las aguas, respondiendo a cada golpe lagunero, ahora sí, en el ritmo adecuado para potenciar sus cualidades y llevar con la lengua fuera a un rival orgullos, pero que sufre algo más en este tipo de contexto. Sumo acierto, defensa tremenda, limitando los tiros abiertos del Tenerife. Y volando. También sacando faltas, protestaron los canarios, que en el primer tiempo también fueron al 4.60 mucho más. Yankuba Sima seguía a un nivel cósmico, rebañando todo lo que caía cerca del aro y Alberto Díaz emergió sobre el parqué. Además de su esfuerzo, con resultado, atrás, esta vez castigó de manera inmisericorde el reto que le suelen poner rivales de pasar los bloqueos por detrás cuando tiene el balón. Tres triples, uno de ellos en un momento en el que se hizo una grieta dolorosa. Fluía Taylor, Barreiro hacía otro partido de matrícula, eliminando a Scrubb de la ecuación. 34 puntos anotados para colocar distancia (72-60), aumentada en la primera jugada del último cuarto con un triple de Osetkowski (75-60).

¿Muerto el Tenerife? Jamás. Parcial de 0-8 y tiempo muerto de Ibon. La respuesta tras el receso, canasta tras saque de fondo de Kravish. De alguna manera, los pívots de los dos equipos fueron esenciales en la anotación, pero se castigaron mutuamente. Pareció el plan de Ibon, hacerle daño. En el último cuarto, sobresaltos porque el rival nunca se rinde, es indestructible. Tras otro estirón cajista (82-68), otro regreso, ya con Huertas al timón definitivo (83-79). Pero otro canastón de Alberto Díaz, que no es lo suyo pero lo puede hacer, desde media distancia dio calma. En uno de esos días de iluminado que todo jugador no anotador tiene, el capitán fue extraordinario.

Y es el sello de este equipo, lo que da sentido a que alguna vez no se entienda una rotación o un descanso, por qué no juega este o el otro. Porque es la fuerza de la manada. Entre Perry, Carter y Osetkowki, los tres máximos anotadores del equipo, sólo metieron 15 puntos. Y el Unicaja metió 90. Es un equipo camelónico, brillante, con una idea pero con planes alternativas. Es el Unicaja, un equipo que compite por gloria e historia, que es gigante y que no tiene miedo, sólo hambre.

Estadísticas

stats