Unicaja, pequeños logros

Entra de maravilla la victoria del Unicaja en el caliente Barris Nord de Lleida, con esa acústica penetrante y que inquietó en alguna fase. Incómodo siempre el partido posterior a un parón, con el lastre de las selecciones todavía pesando en las piernas y la complicación de reactivarse. Más esa circunstancia de no contar con Augustine Rubit de entrada y un Chase Audige con solo una sesión de trabajo, echando un cable y motivado desde el banquillo, hasta con una pillería que calentó al pabellón ilerdense. Contexto poco agradecido, pero el Unicaja completaría quizá su mejor partido de la temporada. Habla muy bien de la capacidad del equipo, con unas taras de base todavía manifiestas y lejos del baloncesto que se pretende. Pero se percibe progresión, y lo más tranquilizador: un monumental 6-3 en ACB, el mismo arranque que el Unicaja ha tenido a estas alturas en todas las temporadas desde que comenzó este ciclo en 2022, salvo el pasado curso, cuando firmó un espectacular 8-1.

Sensaciones ambivalentes en ese triunfo. En un buen tramo de la segunda parte, el equipo cometió errores evitables, quedó ligeramente desorientado y, en ocasiones, pareció engullido por el escenario y esa exuberancia de Melvin Ejim y su séquito ilerdense. Pero no hay que perder de vista que el rival también empuja y provoca estas situaciones. Pondrá en aprietos a muchos equipos el Hiopos Lleida ante tales torbellinos. Aun así, cuando el marcador comenzó a apretarse en la segunda parte, el Unicaja demostró su capacidad para enfriar el escenario, manteniendo el tipo y acertando en decisiones clave. Supo interpretar lo que el partido demandaba, por ejemplo, sacando faltas personales en momentos en los que el arbitraje resultaba complicado, y dantesco, manejando el juego y mostrando esa lectura inteligente de las situaciones que permite sacar ventaja. Emerge esa serenidad y gen ganador, uno de los grandes activos de este equipo y refleja que, incluso ante dificultades o presión externa, puede sacar adelante los partidos con contundencia.

El equipo va optimizando poco a poco sus mecanismos, automatismos y herramientas en el juego. En la primera parte se vio a un Unicaja muy aplicado defensivamente, con altos picos de concentración, intensidad y buena actividad. También hubo momentos para correr, algo que el equipo busca constantemente y que todavía le cuesta encontrar en muchos partidos. Es normal: los rivales ya conocen parte de la identidad del Unicaja y han sido muy pocos los tramos esta temporada donde el equipo ha podido desarrollarse plenamente en su hábitat natural. A nivel individual, Balcerowski sigue creciendo de manera notable, con actuaciones potentes que salen con mucha facilidad. Chris Duarte, de nuevo horrible en el tiro (1/7), muestra una versión más cerebral y conectada al colectivo, sacrificando parte de su instinto como jugador en favor del juego de equipo. Muy bien leyendo ventajas y espacios en ataque, aunque el campo de mejora es más amplio atrás. Lo va entendiendo el dominicano.

No han sido meses sencillos. Los fichajes están todavía lejos del nivel esperado y uno de ellos, el de Castañeda, ha resultado fallido. Además, la lesión desoladora de Kravish, que ha ralentizado el proceso y dinamizado esa ligera reconstrucción de plantilla. Hay jugadores todavía descolocados y que deben dar más. Con todas estas circunstancias adversas, mantener el ritmo competitivo y sumar victorias no era sencillo, pero el equipo marcha 6-3 en Liga Endesa y 4-0 en la BCL. No hay nada más tranquilizador que, pese a todos los problemas, el grupo haya logrado ganar tantos partidos y seguir construyendo confianza para lo que se aproxima, ese sprint hasta la Copa. Pasos cortos pero firmes, y lo más importante es que esos pasos se traducen en victorias. Ahora llega un calendario exigente, con partidos cada tres días, ideal para integrar a los fichajes seguir maximizando mecanismos. Próximo paso, Oostende este martes (20:30 horas). Se está en el camino.