Unicaja - Covirán Granada: A la ventana volando (94-68)
El Unicaja reduce a un Granada correoso y se coloca con balance positivo (4-3) y en puesto de play off tras otro notable partido en el que impuso su ritmo y su calidad
Así vimos el partido
El Unicaja ha vivido las dos últimas semanas dos jornadas muy simbólicas en el Carpena. El buen ambiente del partido contra el Betis fue rebasado con creces por el vivido ante los vecinos granadinos, pletóricos con su regreso a la ACB y su gran arranque que se animaron a cruzar Las Pedrizas de manera masiva para dar colorido y sonido a un partido que en la pista fue excelente, entre un Unicaja que pone piedras para volver a ser lo que fue, o algo similar, y un Covirán Granada que exhibió por qué está siendo una de las sensaciones de la competición.
El equipo de Navarro trabajó bien el partido ante un rival que le exigió. El marcador (94-68) es amplio y las diferencias siempre estuvieron desde el primer cuarto por encima de los 10 puntos. Pero el equipo nazarí le metió intensidad, tuvo tramos de buen baloncesto y, con el soplo de su afición detrás, dio la sensación de estar siempre dentro del partido. El mayor ritmo e intensidad del Unicaja acabó demoliendo la resistencia rival. El equipo cajista se va al parón por las ventanas con excelentes sensaciones. Es cierto que ha venido un tramo de rivales de menor nivel y se ha aprovechado. Pero hay que ratificarlo.
Nihad Djedovic marcó el inicio del encuentro. El bosnio tuvo un primer cuarto arrebatador, en el que anotó 15 puntos. Primero encontrando grietas en la defensa y penetrando hasta el aro, después con una secuencia de tres triples que dejaba el marcador encarrilado (29-15). Ver cómo el Carpena cantaba a capela el himno en un tiempo muerto que pidió Pablo Pin en plena avalancha era algo felizmente sintomático. Se celebra que la pandemia acabó, que el Unicaja parece volver, y el equipo está atrayendo a público, y también se intentaba marcar territorio con el animoso público granadino. Partidos dentro de un partido.
El Unicaja había fijado defensivamente bien al Covirán, con Alberto Díaz vigilando el jardín y Augusto Lima con el candado de la casa. La conjunción de los dos canteranos es élite defensiva de la Liga. A su sombra, se construyen quintetos de distintas características. Osetkowski, con su versatilidad, también hacía daño y metía puntos. La distancia alcanzada podía hacer presumir una plácida matinal en el Palacio, pero el Granada está con la ilusión por las nubes y compite en cualquier pista. El Unicaja rozaba los 20 puntos de diferencia mediado el cuarto, con un par de interesantes jugadas de buen juego entre pívots entre Kravish y Ejim para que el canadiense culminara bajo el aro, pero el Granada respondía con una llamarada con dos triples de Bropleh, varias canastas de Felicio y buenos minutos de Renfroe, un base veterano que conoce bastante bien el oficio y que está siendo esencial en este inicio.
El Granada llegó a recortar hasta los ocho puntos (48-40), pero tras el tiempo muerto de Ibon Navarro se fue con una mejor sensación al vestuario (52-40), tras canastas de Díaz y Brizuela. El técnico había reducido la rotación y ni Jonathan Barreiro ni Will Thomas habían intervenido ningún minuto. Da idea de la profundidad que se ha conseguido en la plantilla.
La salida tras el descanso del Unicaja fue acorde a los niveles que se habían mantenido al inicio. Navarro cambiaba el perímetro (ahora Perry y Carter por Díaz y Brizuela), pero los malagueños recuperaron el mando del encuentro. Otra vez estiraron hasta las cercanías de los 20 puntos (63-45), con buenos minutos defensivos para fortalecer la diferencia. El partido entró en un momento un tanto loco, con constantes revisiones arbitrales. El baloncesto tiene ahí un problema serio, se entiende la búsqueda de la justicia, pero los partidos se eternizan y el aumento de parones cortan el ritmo de juego, la continuidad de los equipos. El espectáculo se resiente y el nivel del arbitraje va bajando, es un hecho. De ese traqueteo salió mejor el Granada, que con un triple de Bropleh (67-56) se dejaba la puerta abierta a pelear el partido en el último cuarto.
Alberto Díaz activó el modo destructor. Metió un triple, propició dos pérdidas y punteó un tiro de Renfroe. El nivel físico había subido y costaba bastante más anotar. El arbitraje empañaba un partido de nivel. El Granada se agarraba, pero el Unicaja subía el ritmo. Tiros libres de Osetkowski y el triple de Brizuela propiciaban un tiempo muerto de Pin con 80-62 a falta de cinco minutos. Poco después se subía al fin de lo 20 puntos de renta, otro buen botín para llenar el granero del average general para la Copa. Y, lo mejor, el Carpena cantando el himno y soñando, con fundamento, con un gran año.
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