Redescubriendo Málaga tras el coronavirus

Ruta de Casares a Estepona: una senda a la sombra de sierra Bermeja

  • La etapa 29 de la Gran Senda de Málaga supone un reto para el caminante

  • Los soberbios paisajes que ofrece el trazado son la mejor recompensa

Casares flanquea a sierra Bermeja en un paisaje brutal.

Casares flanquea a sierra Bermeja en un paisaje brutal.

Los hermosos municipios de Casares y Estepona flanquean a la bestial mole de sierra Bermeja, un accidente geográfico del que podremos disfrutar enormemente si recorremos la etapa 29 de la Gran Senda de Málaga que conecta ambas localidades.

Con algo más de 24 kilómetros, esta exigente ruta que enlaza a Casares y Estepona no sólo tiene como meta el término esteponero, donde encontramos numerosos lugares que visitar tras nuestra llegada, sino el propio camino y la mole de sierra Bermeja que da pistas al viajero sobre la dura andanza que le aguarda.

De hecho, antes de subir al monte, el camino discurre por las tierras del arroyo de los Molinos de Casares y los esquistos de La Acedía, una zona muy arbolada y con numerosas casas de campo.

Pero vamos a ponernos en antecedentes: encontramos a Casares sobre una escarpada y enorme peña, dominando las tierras a su alrededor que descienden hasta el Mediterráneo. En la zona occidental de la provincia, arropando a Manilva en un fraternal abrazo, Casares es un hermoso nido de águilas, un blanco mirador desde donde otear el mismo mar donde el célebre Julio César pudo haber combatido los rigores de la canícula íbera con un regio y orgulloso chapuzón.

Y es que cuenta la leyenda que el famoso conquistador de casi toda la Galia -una aldea resistió siempre al invasor- paseó por las tierras casareñas dejando como recuerdo de dicha visita su nombre en la localidad.

Pero Julio César no es el único personaje histórico célebre relacionado con Casares ya que, y esto enlaza con la ruta que vamos a seguir, la etapa 29 parte de la casareña calle Carrera, donde está la casa natal de su vecino más célebre: Blas Infante.

Sierra Bermeja domina toda la etapa con su presencia. Sierra Bermeja domina toda la etapa con su presencia.

Sierra Bermeja domina toda la etapa con su presencia. / malaga.es

La senda pasa por la plaza de España y sale del pueblo por la calle Molino, en la zona sur, dejando a la derecha el cerro de la Horca donde está el cementerio nuevo y llegando al exiguo nacimiento de la fuente de Santa Catalina, donde todavía persisten algunas albercas de distintas épocas y los sólidos muros de un antiguo acuartelamiento de los Carabineros que antes fue, como todo los edificios antiguos de España, un convento.

Los restos de los muros del convento de Santa Catalina. Los restos de los muros del convento de Santa Catalina.

Los restos de los muros del convento de Santa Catalina. / malaga.es

Continuamos y arribamos a un lugar privilegiado: el ya mencionado arroyo de los Molinos, principal precursor del río Manilva. De límpidas aguas, surte al cercano Molino de Arriba que el sendero cruza y tras el cual comienza una subida que deja atrás unas canteras reconvertidas en escombreras.

Si aquí volvemos la vista, disfrutaremos de un paisaje en el que Casares domina el espacio junto con los molinos de vientos, ingenios que, sospechamos, más que otra cosa hacen bonito.

El agua y los barrancos serán una constante en la senda. El agua y los barrancos serán una constante en la senda.

El agua y los barrancos serán una constante en la senda. / malaga.es

Seguimos hacia el cerro de los Higos entre colinas y pinares de pino piñonero con jara pringosa y alcornocales maduros.

Hay una parada obligada en el mirador de Peñas Blancas, desde el que se tiene una panorámica de la parte de la etapa de La Acedía y la falda de sierra Bermeja hacia nos dirigiremos.

En el arroyo de los Molinos encontramos diversas acequias. En el arroyo de los Molinos encontramos diversas acequias.

En el arroyo de los Molinos encontramos diversas acequias. / malaga.es

La fuerte pendiente que baja hacia La Acedía, describiendo curvas, está inmersa en un alcornocal joven con quejigos y matorral diverso que nos hará vadear el arroyo Vaquero.

Desde este punto comienza un ascenso para tomar una vereda que se dirige, ahora sí, hacia sierra Bermeja. Justo antes de vadear el conocido con tan descriptivo nombre como barranco del Infierno, se asciende hasta un mirador natural después de dejar atrás el acceso al Parque de Los Pedregales.

El parque es un buen punto donde aprovisionarse de agua y visitar los dólmenes de Corominas.

Residencias y jardines en el monte de La Acedía. Residencias y jardines en el monte de La Acedía.

Residencias y jardines en el monte de La Acedía. / malaga.es

Cuando se llega a la barranquera de la cabecera del arroyo de la Miel se obtienen las mejores vistas de toda la etapa hacia la bahía de Estepona y el Estrecho de Gibraltar.

A partir de aquí hay que ascender por la vereda hasta la máxima altitud de la etapa, que corona los 515 metros, y descender de nuevo. Ya advertimos de que el camino era exigente físicamente.

Desde los roquedos nos asomamos a la bahía de Estepona. Desde los roquedos nos asomamos a la bahía de Estepona.

Desde los roquedos nos asomamos a la bahía de Estepona. / malaga.es

Comienza ya, aquí, el descenso hacía Estepona. El arroyo Guadalobón es el único cauce permanente que se nos cruzará. Las lomas divisorias de agua de esta parte de la sierra tienen dirección sur.

A veces el camino se adentra en bosquetes de pinos muy densos, pero esto cambia repentinamente cuando se deja el piso rocoso y se llega a las pistas sobre pizarras y arcillas donde proliferan casas de campo y cortijillos, aprovechando los suelos más profundos y pese a las importantes pendientes.

Hasta aquí ascienden los cultivos de árboles subtropicales y los tradicionales secanos esteponeros.

Los cultivos subtropicales nos recibirán a la entrada de Estepona. Los cultivos subtropicales nos recibirán a la entrada de Estepona.

Los cultivos subtropicales nos recibirán a la entrada de Estepona. / malaga.es

Nosotros seguiremos la senda hasta el fondo del barranco Monterroso, hacia el final de la etapa, marcado por el paso por debajo de la autovía que señaliza el último kilómetro de la ruta antes de que llegue a Estepona.

Allí, tras felicitarnos por haber alcanzado la meta, buscaremos un lugar donde descansar nuestros doloridos pies.

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