Redescubriendo Málaga tras el coronavirus

Camino entre Málaga y Rincón de la Victoria: como un vigilante de la playa

  • Correr a cámara lenta por la etapa 1 de la Gran Senda de Málaga

  • Una ruta muy bien traída para disfrutar del litoral mientras la borrasca Álex hace de las suyas

Vista aérea del Palmeral de las Sorpresa, en el puerto de Málaga.

Vista aérea del Palmeral de las Sorpresa, en el puerto de Málaga. / javier albiñana

Ahora que el Primer Verano del Coronavirus ha llegado a su fin de manera abrupta gracias a la borrasca Álex, qué mejor que hacer una rutita por el litoral. Podría parecer un poco tonto, con la llegada del frío, el viento y la lluvia racheada, pero, hey, hay a quien le gusta este tiempo tan vigorizante. Además, el ventazo mandará las gotículas de covid a la estratosfera y pondrá un efecto muy favorecedor en nuestro pelo si decidimos imitar a los vigilantes de la playa estadounidenses y correr por la arena a simulada cámara lenta.

Pero comencemos que nos liamos con las entradas y no acabamos nunca: la ruta que proponemos hoy es la que conecta a Málaga capital con Rincón de la Victoria. Este trazado corresponde con la etapa 1 de la Gran Senda de Málaga. Sí, nosotros hemos empezado las reseñas de este enorme trazado provincial por donde nos ha parecido y vamos saltando de etapa en etapa al azar. Pero tranquilos, que estamos apuntando las que ya hemos hecho, no nos vamos a repetir.

El camino que enlaza a Málaga con Rincón es más plano que el encefalograma de un votante de (inserten aquí la opción política que prefieran) por lo que supone una ruta muy sencilla, con una extensión de poco más de 15 kilómetros y medio. De hecho, es genial para hacerla en bicicleta, paseando, con tranquilidad, respirando la atmósfera salobre que tan bien viene para la tuberculosis.

Arrancando desde la playa de la Misericordia, visitaremos casi todas las playas de Málaga e importantes zonas de la capital, como la barriada de Huelin. Este marinero barrio debe su nombre a Eduardo Huelin Reissig, que construyó todo un pueblo obrero para alojar a los trabajadores de su fábrica de azúcar de caña.

Seremos testigos, de hecho, de restos del pasado industrial de Málaga (antes de que el turismo se convirtiera en la única industria de la ciudad), como la chimenea del Plomo, la más alta del litoral malacitano con 104 metros de altura. Por ese nombre no la conoce ni el Tato, por eso diremos que es la torre de Mónica. Bueno, lo era, antes de que su restauración acabara con uno de los actos de amor más romántico de la historia.

La famosa torre Mónica de Málaga. La famosa torre Mónica de Málaga.

La famosa torre Mónica de Málaga.

Tras el paseo marítimo del supermalagueño Antonio Banderas (más malagueño que él no hay nadie), la avenida toma el nombre de otro paisano boquerón llamado Antonio Molina y llegamos al paseo de Antonio Machado.

Después del paso por la línea ferroviaria que entra en el puerto, se cruza el olvidado hasta el fin de los tiempos Guadalmedina y, pasando como se pueda por el horror suburbano de Muelle Heredia (casi post apocalíptico), se enlaza con la nueva imagen de Málaga: el Palmeral de las Sorpresas, símbolo del triunfo de las ideas sobre la realidad. En el Muelle Uno olvidaremos que hemos tenido que cruzar el Purgatorio del Muelle Heredia.

Con su tráfico abultado, el Muelle Heredia desluce un poco el recorrido de esta ruta. Con su tráfico abultado, el Muelle Heredia desluce un poco el recorrido de esta ruta.

Con su tráfico abultado, el Muelle Heredia desluce un poco el recorrido de esta ruta. / Javier Albiñana (Málaga)

Desde la zona de La Farola (es decir, el faro del puerto) contemplamos una bella estampa (hoy día la expresión debería ser "una bella foto para Instagram") de Málaga con la Alcazaba, la Coracha, el Castillo de Gibralfaro y la Manquita.

Esta ruta es tan sencilla que también se puede hacer de noche, regalando imágenes con otro color. Esta ruta es tan sencilla que también se puede hacer de noche, regalando imágenes con otro color.

Esta ruta es tan sencilla que también se puede hacer de noche, regalando imágenes con otro color. / Javier Albiñana

Desde aquí, enfilamos hacia la playa de la Malagueta, por el paseo marítimo, hacia los Baños del Carmen, el famoso balneario abandonado a su suerte. Cerca, los astilleros Nereo, justo antes del comienzo del paseo marítimo de Pedregalejo, zona de ambiente hippie/pijo de la costa malagueña.

Vista aérea de los abandonados Baños del Carmen. Vista aérea de los abandonados Baños del Carmen.

Vista aérea de los abandonados Baños del Carmen. / Javier Albiñana (Málaga)

Pasado este barrio, el puente del arroyo Jaboneros marca la entrada a las playas del Palo mientras que el del arroyo de Gálica da paso a la playa del Dedo.

El paisaje cambia después del puerto del Candado al ascender paulatinamente hasta cotas más elevadas. La vegetación natural trata de recuperar su espacio en el cerrito calizo que enlaza la playas tras el puerto deportivo.

El camino cruza sobre el arroyo Jaboneros y San Antón donde es recomendable no aparcar. El camino cruza sobre el arroyo Jaboneros y San Antón donde es recomendable no aparcar.

El camino cruza sobre el arroyo Jaboneros y San Antón donde es recomendable no aparcar. / malaga.es

Hay hérguenes, aulagas, espartos, palmitos y algunas plantas aromáticas. Bajo la influencia del aerosol marino están la margarita de mar o el interesante endemismo Limonium malacitanum, la siempreviva malagueña, especie protegida.

Llegamos a la playa del Peñón de Cuervo, una de las últimas de la capital y donde tuvo lugar la masacre de la Desbandá (siempre hay que decirlo por mor de la Memoria Histórica).

Nunca nadie dijo "nevermore" en la playa del Peñón del Cuervo. Nunca nadie dijo "nevermore" en la playa del Peñón del Cuervo.

Nunca nadie dijo "nevermore" en la playa del Peñón del Cuervo. / Javier Albiñana

La cala encamina a un túnel horadado en la roca que da al paseo de los Canadienses que rinde homenaje a la actuación de la Unidad de Transfusiones del doctor Henry Norman Bethune durante la Guerra Civil. La histórica cementera de la Araña surge tras el túnel con sus torres metálicas y el polvo, no precisamente de hadas, que desprende a su alrededor.

La fábrica de La Araña lleva 17 años dando de qué hablar a los vecinos de la zona. La fábrica de La Araña lleva 17 años dando de qué hablar a los vecinos de la zona.

La fábrica de La Araña lleva 17 años dando de qué hablar a los vecinos de la zona. / Marilú Báez

Siguiendo con nuestra ruta nos cruzaremos con la torre almenara de Palomas, en el kilómetro 14 de la senda que está a punto de finalizar y que supone la máxima cota del trazado.

La torre de las Palomas casi marca la meta de la senda. La torre de las Palomas casi marca la meta de la senda.

La torre de las Palomas casi marca la meta de la senda. / malaga.es

Situada en un cerro, la atalaya, del siglo XVI, está bien conservada, a pesar del intenso interés que le han puesto para que no sea así esos mamarrachos que siempre andan por ahí con un espray de pintura en las manos.

El cantal de la Araña y el Peñon del Cuervo forman un paisaje precioso. El cantal de la Araña y el Peñon del Cuervo forman un paisaje precioso.

El cantal de la Araña y el Peñon del Cuervo forman un paisaje precioso. / malaga.es

Tras pasar la torre, llegamos a Rincón de la Victoria donde, si continuamos, podremos disfrutar de un paisaje litoral repleto de recovecos, muy abrupto, pero bien acondicionado y del que ya hablaremos cuando describamos la etapa 2 de la Gran Senda de Málaga.

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