El proyecto de rehabilitación del Caminito del Rey, reabierto al público en marzo de 2015, debió resolver cómo actuar en un enclave de gran valor medioambiental y al mismo tiempo homenajear a quienes crearon a principios del siglo XX la pasarela original, según su autor, el arquitecto Luis Machuca. "Había que descubrir cómo resolver un problema que era medioambiental, fundamentalmente, con una estructura que fuera ligera, que no se notase que se hacía nada nuevo, y adosarla a la roca con la máxima seguridad", dijo Machuca, que presentó ayer en Málaga un libro sobre la recuperación de este enclave.

Para que se valorase la "auténtica proeza" conseguida hace cien años, construir una estrecha pasarela a hasta cien metros de altura para que los trabajadores se desplazaran desde la presa del Conde del Guadalhorce hasta la hidroeléctrica del Chorro, se mantuvo el camino antiguo y se superpuso el nuevo, comentó el urbanista. "Yo he tenido medios muy diferentes. Ellos eran pescadores o gentes de la mar que sabían trabajar colgados de cuerdas, cuyos útiles eran cinceles y machotas, aunque pudieron utilizar explosivos", rememora. En el caso de Machuca, contó con escaladores y espeleólogos, especialistas en trabajos verticales en un medio natural, "que es una dificultad añadida". "Debíamos saber que estábamos ante un patrimonio natural, un bien patrimonial como si estuviéramos ante una catedral. El Caminito había sido considerado uno de los diez lugares más peligrosos del mundo, había estado cerrado y algunas personas se habían dejado la vida allí", dijo.

Admite que no podía "ni sospechar que iba a tener la repercusión mundial y la aceptación" que ha tenido. Dos años después de la inauguración, advierte de que "sería una gran equivocación querer crear un parque temático; sería la muerte de lo hecho con el tiempo", añadió.