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Rudy, en el punto de mira de la afición

  • A Plaza le sorprendió la reacción de su expupilo en el Joventut tras anotar el triple decisivo del domingo

La anécdota sucedió hace casi una década, justo cuando Rudy Fernández explotaba en esa inolvidable Penya de mediados de la década pasada, adiestrada por Aíto y con Ricky Rubio de compinche. "Y ahora te voy a meter dos puntitos más", le espetó durante un partido de ACB a un jugador malagueño después de que éste le hiciera una falta. Rudy estaba en pleno recital y su equipo ganaba por 20. El interlocutor no era ningún novato, sino un veterano con muchas batallas y orgullo. Se fue a por él con aviesas intenciones y le frenó otro experimentado compañero de Rudy: "Déjalo, tranquilízate, es así de tonto".

Rudy no deja indiferente sobre la pista. Histriónico como el domingo, mientras se quejaba de un dedo durante el grueso del partido que no le impidió decidir el duelo con un extraordinario cuarto final. Capaz de enervar a dos pirados lituanos, a todo el Zalgiris (Tuti Sabonis expresó aquel día su frustración en Twitter) o a la selección francesa al completo después de feas faltas. O a una grada entera. Quienes le conocen dice que disfruta con ello, que va en su carácter crecerse entre disputas. Es tremendamente bueno pero no, no es Drazen Petrovic.

Con la perspectiva del otro bando, Rudy traspasa a menudo la frontera del mal gusto. Su gesto el domingo después del triple que decidió la suerte del encuentro sorprendió a Joan Plaza, que le tuvo a sus órdenes del Joventut y con el que tiene una buena relación. No se quedó solo en los gestitos ridículos tras el triple, sino que camino del vestuario volvió a dirigirse al técnico del Unicaja para reclamarle que su banquillo gritaba mientras él tiraba a canasta. A Plaza, a mitad de camino entre la indignación y la intención pretensión de ser políticamente correcto en la sala de prensa de un club en el que estuvo, se le escapó que no sólo habían pasado cosas en la pista.

Hace casi tres años, cuando Rudy fichó por primera vez por el Madrid aprovechando el lock out de la NBA, el Real dio una exhibición en el Carpena, aún con el mallorquín e Ibaka en sus filas. Tras una canasta se encaró al banquillo cajista tras un alley oop y dejó una de sus clásicas provocaciones. Amagó con repetirlo. Tuvo que cogerle Jorge Garbajosa, que asistía con la camiseta verde al show, y mirarle con mala leche "Para ya, Rudy". Y paró.

En el Carpena le espera hoy una silbatina curiosa a Rudy Fernández, la cara agria de este Madrid frente a la risueña que representa Sergio Rodríguez. Se le reprocha al balear que se esconde en los momentos de absoluta verdad, que ha sido un extraordinario subalterno en la selección española pero eran otros los que decidían. Y que algo parecido le ocurre en este Real Madrid, considerado casi por unanimidad el mejor equipo del continente pero que se encogió ante Olympiacos y Maccabi cuando tenía la corona en la mano. Con Rudy en una esquina mientras los Sergios se las apañaban. Hoy igual no hace falta que aparezca porque el arsenal del Madrid es ilimitado. Pero los oídos seguro que le pitarán.

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