El Hexa Aldemar no conoce otra manera de vivir si no es alimentándose de la épica. A veces se empacha, otras se queda con hambre, pero siempre necesita que su presa sea enorme, peligrosa e imposible de batir para atacar con todos sus dientes, aunque ayer se quedara a medias en su cacería. El premio, un empate ante el líder Prasa Pozoblanco (23-23), que se dejó arrastrar por el empuje local en Carranque, testigo del derbi andaluz. Unas tablas valiosas que no satisfacen del todo a los de Maristas, dueños de los dos puntos hasta que bajaron el pistón en los últimos instantes.

No obstante, el envite no comenzó bien para los malagueños, muy desajustados en defensa. El equipo cordobés no perdonó el desorden y se valió de su poderío en la vanguardia para hacerse con una ventaja de cinco goles (5-10). Con el panorama más feo, llegó la reacción del Hexa, que recortó distancias antes del descanso (10-12).

En la segunda parte, el cuadro estudiantil estiró su intensidad para adelantarse en el marcador a falta de cinco minutos para la conclusión (22-20). Pero las facilidades no van con el Hexa, que despilfarró una superioridad numérica y permitió al Pozoblanco que volteara el tanteo. Como respuesta, ataque a degüello de los malagueños recompensado con un penalti que transformó Rubiales. El Hexa, con diez puntos, finaliza el año en casa sobre el alambre, ése en el que tanto le gusta estar.