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Santiago como terapia

  • "Mi primer objetivo es volver a sentirme jugador de baloncesto", dice Alfonso Sánchez, ansioso por regresar a la élite tras dos años de desgracias en forma de lesiones

Cientos de miles de peregrinos harán el próximo año el Camino de Santiago. Buscarán al apóstol en Año Santo, en Xacobeo. Alfonso Sánchez también toma el camino a la capital de Galicia. Y también busca algo: su mejor baloncesto, extraviado tras dos años de desgracias en forma de lesiones, rodilla y muñeca.

"Estoy con muchas ganas de empezar y devolver la confianza que han puesto en mí", se confiesa Alfonso antes de emprender el viaje: "Sólo conversé una vez con Curro Segura -entrenador-, no hablamos nada de juego, sino de actitud, competitividad y de que el trabajo diario será muy importante. Vamos a ir partido a partido a sufrirlo con el objetivo de la permanencia".

Dos años generan muchas horas libres para pensar, pero Sánchez asegura que nunca pensó en arrojar la toalla. "La lesión más grave fue de la rodilla. Me dije que si después de algo tan grave había salido bien podría salir de donde fuera", asevera el canterano de Los Guindos. La lesión arrastrada en su muñeca derecha, la de tiro, se complicó con dos operaciones. Muchas ideas para salir del bache. "Era mi mano de tiro, no sabía si iba a poder tirar bien", dice al tiempo que confiesa que se planteó cambiar a la izquierda como mano de lanzamiento: "Durante un tiempo lo vi, fui alternando. La gente me lo decía de broma, pero salió de mí. Me llevé ocho meses con una escayola y tenía que matar el mono de alguna forma. Tiraba con la izquierda y fui cogiendo vicio, porque podía apoyarme en la mano escayolada e ir tirando, pero me sentía más cómodo con mi mano operada. Al final esperamos a que todo estuviese bien. Y estoy seguro de que la derecha me va a dar alegrías", bromea el nuevo jugador del equipo gallego, que cuenta el estado de su articulación: "Después de la intervención, la movilidad es lo primero que se tiene que ganar. Después de dos intervenciones era complicado recuperarla. Aun así, estamos llegando a un grado muy bueno que casi no se esperaba que llegase a tener. He cambiado mi tiro, pero igual me viene mejor que antes. Mi mano sólo tiene una postura y siempre tengo que tirar así. Ahora es un gesto más mecánico".

En el último año, Alfonso ha tenido contactos con la competición. Se marchó cedido a Alicante y allí consiguió ascender a la ACB con el Lucentum, aunque su papel no fue el que esperaba. Empezó contando y desapareció de la rotación. "Fue un poco agridulce, pero lo valoro bien. Aquí estaba acomodado a estar en el gimnasio y fuera del equipo por las lesiones. Irme a otra ciudad, con gente nueva, mi primera experiencia fuera de Málaga y a un equipo con aspiraciones fue bueno. Entrenando cogí buen ritmo, tuve que pelearme con gente con muchos años en ACB, muchos veteranos españoles, perros viejos que pegan bocados y defienden lo suyo y me curtió mucho. Viví una Final Four, el ascenso, la celebración... Hablé con Quintana [Óscar, entrenador del Lucentum], a raíz de no contar conmigo, y me dijo que lo único que quería es dar protagonismo a los que habían ganado muchas victorias seguidas. No tuve ningún reparo, lo comprendí y acabó diciéndome que trabajaba muy bien, que contaba conmigo si se ascendía a la ACB. De repente, Juanma [Rodríguez, director deportivo cajista] me dijo que el Lucentum no quería ejercer el año opcional que tenía. Pero con la oportunidad que salió de Obradoiro, hubiera preferido irme a Santiago, seguro, era mejor opción", relata.

Después, el escolta jugó la fase final del circuito sub 20 para recuperar sensaciones. Brilló en ataque y cargó la mochila de confianza. Ahora se la lleva a Santiago, donde se encontrará un ambiente conocido. "Está Alberto Blanco, que está haciendo un equipo en 15 días, Curro Segura es casi malagueño y de Lázaro fui compañero en el Clínicas y el Unicaja. Con Vasileiadis me llevo de cine. A Dedovic lo conozco de jugar en el sub 20... El equipo dará mucha guerra", asevera el escolta, que ya se ha informado acerca de su nuevo destino: "He jugado alguna vez por allí. Es una ciudad universitaria, me dicen que como Granada aquí en Andalucía. El clima es duro, pero entre viajes, entrenamientos y descanso tampoco habrá mucho, ya vendré en junio con ganas de playa".

En la lista de tareas, un último deseo, regresar a Málaga algún día: "Tengo tres objetivos. Volver a ser el jugador que yo creo que puedo ser, consolidarme para ser un jugador con minutos de calidad en ACB y el tercero, como todo malagueño, jugar en el equipo de su ciudad. Me voy para ganar puntos e intentar estar en Málaga y jugar aquí como una vez lo hice El baloncesto es mi vida, me encanta. He jugado siempre y siempre jugaré. Espero salir de este bache".

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