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Lo que pudo ser y no fue

  • El Balonmano Antequera tuvo al Reyno de Navarra contra las cuerdas · Una irregular segunda mitad dilapidó todas sus opciones de llegar a semifinales · El central Mendigía ahogó las esperanzas locales

Los jugadores del Balonmano Antequera perdieron ayer una oportunidad histórica. De esas que pasan sólo una vez en la vida. Y probablemente no hayan digerido aún el partido de ayer. Ni consiguieran conciliar fácilmente el sueño. Porque el equipo tuvo a su rival contra las cuerdas. Tuvo a tres mil almas apoyando sin cesar. Tuvo una renta de cinco goles. Y tuvo en sus manos conseguir la clasificación para las semifinales de la Copa del Rey. Y también tuvo un rival que no se deshizo en ningún momento, que no falló cuando no se podía fallar y que tenía en sus filas al hombre del partido: Niko Mendigía.

Fue el central navarro el que castigó una y otra vez al equipo de Antonio Carlos Ortega. En cada inferioridad del Reyno de Navarra, el chaval de 21 años ganaba el uno contra uno superando fácilmente a su defensor y luego a Jorge Martínez. Las ayudas no llegaban y Mendigía insitía gol tras gol, echando por tierra las ilusiones de la afición local, que creyó en la victoria durante 58 minutos y medio. Pero ahí apareció Carlos Ruesga y dio el golpe de gracia al Antequera hasta el 29-32 final.

Tres goles de diferencia que son tres hachazos para un equipo que soñaba con esta Copa del Rey. Tres goles que, también, ponen a cada uno en su sitio. Porque no hay que olvidar que el Reyno de Navarra es sexto en la Liga Asobal con cinco puntos más que los antequeranos.

El Antequera jugó como suele hacerlo. Con momentos mágicos seguidos de acciones sin mucho sentido. Con una espectacular efectividad en la primera parte y con un atasco ofensivo en la segunda. Apareció de nuevo Chispi que, en un gran momento de forma, marcó en momentos decisivos. Pero desapareció Branislav Obradovic, que falló sus últimos cinco lanzamientos hundiendo poco a poco las esperanzas locales. Jorge Martínez -nombrado mejor portero del partido- no tuvo su gran noche. Empezó absolutamente dentro del partido, pero fue poco a poco saliendo mientras los navarros iban derribando el muro de su portería. Y tampoco Baena pudo más. Se peleó durante todo el partido con hombres de la talla de Jurkiewicz, Nikcevic o Dominikovic. Lo hizo muy bien, pero supo a poco tras la derrota.

Llegó a tener el Balonmano Antequera cinco goles de renta. Corría el último tercio del primer tiempo y los de Ortega superaban con facilidad la defensa navarra. Ristanovic no veía una en portería y, espoleados por el público, los verdiblancos tenían ese punto más de velocidad que se les exigía en un partido como este en casa. Pero un último esfuerzo visitante les permitió mantenerse vivos en el encuentro e irse al descanso cuatro goles abajo con la sensación de que no eran una renta definitiva. Y no lo fue, porque la segunda parte la quinta marcha la pusieron ellos y pronto acabaron con la renta del Antequera. El partido entró entonces en una dinámica muy equilibrada que, poco a poco, iba cayendo del lado pamplonica. Y cuando se pusieron por delante en el marcador y consiguieron irse por más de un gol, prácticamente estuvo hecho.

Y un fallo de Pérez-Canca desde seis metros y otro más de Alexis de los siete metros dinamitaron unas esperanzas masacradas por dos goles de Ruesga al final. El equipo cayó y, con él, la ilusión de tres mil antequeranos que difícilmente volverán a ver algo similar en el Argüelles. El Antequera se quedó sin poder escribir ayer una de las mejores páginas de su historia.

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