Málaga

Cuatro décadas de lucha y Feria

  • El Partido Comunista creó su caseta de Feria antes de que lo legalizaran.

DESAFIARON la legalidad vigente. Se atrevieron a abrir una caseta cuando ni siquiera ellos podían constituirse como partido. Solo un año después de la muerte del dictador, el Partido Comunista de Málaga plantó cara e instauró su lugar en la Feria. No podían llamar mucho la atención, por lo que decidieron ponerle el nombre de la revolución vecina, la de Portugal: Peña de los Claveles, cuyas siglas son PC.

Debían pasar desapercibidos. Y la sutileza fue su mayor aliada. En los periódico de la época se anunciaban como "una caseta igual que las demás pero diferente". Reinaban la intelectualidad y los obreros. El motivo de su apertura era la necesidad de darse a conocer. 40 años después, la caseta del Partido Comunista sigue en pie. Aunando tanto a militantes y afiliados como a los diputados que los representan. En la sociedad igualitaria que predican no hay políticos que se libren de mancharse los pies de barro.

Efraín Campos es el coordinador actual de la caseta. Un espacio inundado de símbolos políticos. El Che Guevara te vigila de cerca mientras bebes una cerveza. "Somos casi la única caseta que se mantiene con voluntarios", explica Campos, ataviado con una camiseta con un mensaje cargado de política: "Si no se puede bailar, no es mi revolución".

Más de 300 personas, entre simpatizantes y militantes, colaboran en la caseta. No se libra nadie. Ni aunque seas diputada. Es el caso de Eva García Sempere. "Es importante que nos vean trabajar. Nos han elegido y tenemos que dar el callo", asegura. Sempere sonríe cuando se le pregunta por Garzón. Él también curra. No sabe tirar cañas, "pero le pone mucho empeño".

Desde el más joven hasta el más mayor aportan su granito de arena. Como Benito, un veterano anarquista "pragmático" que quiere morir al pie del cañón. A diferencia del resto, él no llama camaradas a sus compañeros. No le gusta el término. La razón de por qué sigue fatigándose detrás de la barra es clara: "Me lo pide el cuerpo, nunca pararé de divertirme".

El ambiente no solo es festivo. También de lucha. Unos a otros se disparan consignas: -Renunciaremos a todo, menos a la victoria.

Su surgimiento en la ilegalidad conllevó numerosos boicots. Efraín cuenta que algunos de sus veteranos compañeros tuvieron que salir a bofetadas en sus orígenes. A pesar de la presión de la extrema derecha, "había gran apoyo".

Efraín Campos sonríe cuando se le pregunta si todo su público son posibles votantes: "Si eso fuera así, formaríamos parte del Gobierno del Estado". La caseta es un gran recurso de financiación del partido, de ahí que mucha gente colabore. Por aquí llegaron a pasar "camaradas" del extranjero, e incluso figuras simbólicas como Santiago Carrillo.

Pasaron momentos muy malos. Tuvieron que trabajar el doble para sacarlo adelante. "No podíamos fallarle a nuestros antepasados", comenta Campos.

Las banderas y el ambiente es solo simbólico. Nadie se libra de visitar el establecimiento. Ni siquiera el alcalde de Málaga, cuya imagen de fondo con la bandera republicana es digna de ver. Aunque sea solo por curiosidad.

Todos piensan lo mismo. Los mejores años están por llegar. La revolución pasará por la Feria de Málaga, o no pasará.

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