Málaga

Urbanismo ya advirtió en 2007 de los efectos de un hotel en el dique de Levante

  • Emitió un expediente rechazando ese uso, a propuesta del Puerto, en el que alertaba de que implicaría la "reinvención del paisaje" y alteraría "profundamente la fachada marítima"

La Gerencia Municipal de Urbanismo, dependiente del Ayuntamiento de Málaga, rechazó en el año 2007 la petición del Puerto para permitir un complejo "turístico-recreativo", con destino hotelero, en los suelos ganados tras la construcción del dique de Levante. Es decir, donde ahora se da por buena la iniciativa de un fondo de inversión de origen árabe para levantar un establecimiento de cinco estrellas gran lujo, de 135 metros de alto. La negativa mostrada por el organismo, ya entonces presidido por el actual alcalde, Francisco de la Torre, se formuló en un expediente en el que se alertaba sobre la capacidad "de reinvención del paisaje" que tenía la propuesta, alterando "profundamente la fachada marítima".

Si bien los técnicos de Urbanismo no sustentaban su informe contrario a la modificación de elementos del plan especial portuario en estas premisas, sí dejaron clara la incidencia que tendría sobre ese espacio la ejecución de una edificación de un "importantísimo volumen". Once años más tarde, el mismo responsable que en su momento encabeza el ente municipal avala ahora sin género de dudas la idea de avanzar en una variación del planeamiento que permita una edificabilidad de 45.000 metros y una construcción con una cota de hasta 150 metros de alto. Unos parámetros que superan los que en el año 2007 puso sobre la mesa la Autoridad Portuaria, entonces liderada por Enrique Linde.

Frente a esta reclamación, que provocó un considerable enfrentamiento entre los dos organismos, toda vez que Linde dijo contar con la palabra del alcalde para ir adelante con la iniciativa, los técnicos encargados del estudio llamaban la atención sobre la singularidad de la parcela. "Ese importantísimo volumen vendría a situarse en la que probablemente resulta la posición más visible de la ciudad y en cualquier caso alteraría profundamente la fachada marítima", relata el escrito, en el que se añade: "desde el mar, en una hipotética aproximación frontal a la ciudad se antepondría al alzado del parque con la línea de edificios nobles ahora más visibles tras el derribo del silo; desde la ciudad, se constituiría en un hito visual de primer orden en un lugar donde hasta ahora ha habido una línea de horizonte abierta".

En sus explicaciones, los responsables municipales advierten que tales consideraciones no buscan "rechazar de plano y sin examen la oportunidad y conveniencia" de la propuesta, sino que se trata de "llamar la atención". Una llamada de atención que, en el momento presente de la iniciativa impulsada por el Puerto y avalada por el Consistorio, a ojos de los actuales responsables municipales no parece ser necesaria.

En la línea de lo que ahora sostienen varios arquitectos de reconocido prestigio, como Rafael Martín Delgado, José María Romero y el propio Colegio de Arquitectos, en 2007 el documento de Urbanismo ya señala el carácter "irreversible" que tiene toda arquitectura. "Toda nueva construcción transforma la ciudad en alguna medida, pero pocos pueden tener como éste que nos ocupa tal capacidad de reinvención del paisaje", insistían los técnicos, que agregaban: "la transformación de un perfil horizontal y vacío en uno determinado por un volumen rotundo puede dar un resultado admirable y beneficioso o uno vulgar y prescindible". Cuestión que lejos de exponerse al debate abierto, sigue sin ser tenido en consideración.

De acuerdo con los documentos técnicos a los que tuvo acceso este periódico, la propuesta del organismo público pasaba por disponer de una edificabilidad de 35.000 metros en una parcela de 14.000 metros cuadrados de superficie. Conforme a lo apuntado en el expediente, la plasmación de este volumen variaba desde "un prisma de base triangular de 150 metros de lado y cuatro o cinco plantas (…) y una torre de hasta cuarenta o cincuenta plantas si se optara por una huella mínima". Sobre el particular, se añade: "en un punto intermedio, ocupando el 60% de la parcela, resultaría un sólo de las dimensiones aproximadas de la Catedral de Málaga".

Según las conclusiones de Urbanismo, la propuesta de uso hotelero en el morro del dique de Levante se denegó por la pretensión del Puerto de recuperar en ese espacio la edificabilidad que, a su juicio, se perdía en ese espacio tras el traslado del auditorio a San Andrés. El equipamiento cultural, en tiempos de Celia Villalobos, ex alcaldesa, se planteó inicialmente justamente donde ahora se propone el hotel de 35 plantas. "La propuesta no se justifica más que por esa necesidad de recuperar un techo perdido en San Andrés; no se aportan en el documento razones urbanísticas para alterar lo previsto en el vigente Plan Especial del Puerto, que consideraba la plataforma del morro como un espacio libre de edificaciones", precisa el documento.

Incluso, se señala que "las garantías que la propuesta ofrece con respecto a la calidad de la futura intervención no son otras que la fiabilidad de una administración pública, la voluntad de que se le supone de procurar el beneficio de la ciudad; pero lo cierto es que no se pueden pedir ni ofrecer garantíais de acierto a priori". En este punto, los técnicos llegan a recordar que en el caso del auditorio "vendrá avalado por un concurso internacional de proyectos". A este elemento, añadía una segunda razón para rechazar la propuesta, en alusión al "factor de incertidumbre añadido" que suponía que el edificio necesitaba de la autorización ministerial.

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