Cultura

Mi reino por una cuchara

  • Medina Galeote inaugura el viernes en Isabel Hurley la exposición 'Guernica-AlexanderPlatz', una vuelta de tuerca a la Segunda Guerra Mundial

Si al final la postmodernidad se salió con la suya y resulta que la Historia (así, con mayúscula) es un fraude, al menos quedarán las historias, pequeñas, discretas, imperceptibles, olvidadas en los manuales y las hagiografías, que la componen. En la obra de José Medina Galeote (antequerano de pro aunque nacido en Gerona en 1970), la óptica que ofrecen las pequeñas historias para una posible arquitectura de la Historia reviste un papel protagonista: así fue en Artista invisible dispara, el monumental y efímero mural que el artista plantó en el CAC en 2011, y en la común adscripción de su trabajo. A menudo, esta óptica particular para una interpretación de lo universal se resuelve en campo de batalla, en topografía bélica, en planes de invasión como aproximación (certera y precisa) al mundo. Por todo esto, que Guernica-AlexanderPlatz, la exposición que Medina Galeote inaugura este viernes en la galería Isabel Hurley (donde podrá verse hasta el 8 de noviembre), haya llegado a materializarse, era sólo cuestión de tiempo; por más que, ciertamente, el tiempo en esta ocasión haya sido mucho: dos años de investigación, seguimientos de pistas con necesario ánimo detectivesco por la Europa del último siglo, quebraderos de cabeza y no menos cafés han constituido la inversión para servir en bandeja esta asombrosa, inédita y desconcertante vuelta de tuerca a la Segunda Guerra Mundial. Lo que se dice pronto.

José Medina Galeote · Guernica-AlexanderPlatz from El arbol boca abajo on Vimeo.

Guernica-AlexanderPlatz es un objeto cocinado a fuego lento por Medina Galeote y por el profesor de Historia del Arte de la Universidad de Málaga, crítico y comisario de la exposición Juan Francisco Rueda. Y el método, como sucede, ha ido a menudo detrás del instinto, como explica el artista: "Rueda y yo compartimos el amor por la Historia y por las historias pequeñas que la componen. Casi siempre nos estamos enviando enlaces, documentos y cualquier cosa que hayamos visto, preferiblemente sobre episodios bélicos. Cuando habíamos reunido ya varias carpetas, pensamos en levantar algo con este material. Y eso es justo lo que hemos hecho: encontramos algunas historias relacionadas con la Segunda Guerra Mundial que nos gustaron, investigamos sobre ellas a fondo y decidimos contarlas, un poco como pretexto para regresar a lo que más nos interesa. Se puede decir que los dos nos hemos dedicado a narrar, Rueda con palabras y yo con imágenes".

De las historias que nutren la exposición destacan especialmente dos: una tiene como protagonista una cubertería, y así la cuenta Medina Galeote: "Cuando se llevó a cabo el bombardeo de Guernica, en 1937, uno de los pocos edificios que quedaron en pie fue la sede de una empresa que fabricaba cuberterías de plata y otros materiales de lujo. Fue algo muy extraño: todo lo que había alrededor cayó reducido a cenizas, pero la fábrica quedo tal cual, intacta, a pesar de que incluso contaba con refugios antiaéreos. Había rumores de que allí se habían negociado algunas cuestiones armamentísticas, y poco antes del bombardeo un coleccionista americano hizo a la empresa un encargo muy importante de cuberterías de plata y oro para altos dignatarios europeos. Lo tremendo es que en el búnker en el que murió Hitler, situado presuntamente en la AlexanderPlatz de Berlín, apareció una cubertería intacta fabricada en esta factoría de Guernica. Todo apuntaba a que se habían dado órdenes de mantener a salvo el edificio".

Otra de las historias, de la que en esta ocasión da cuenta Juan Francisco Rueda, tiene como protagonista a La marquesa de Santa Clara, un cuadro de Goya actualmente conservado en el Museo del Prado: "Durante mucho tiempo el cuadro estuvo en paradero desconocido, viajando por Europa. Se cuenta que Franco lo había escogido para regalárselo a Hitler en la entrevista en Hendaya de 1940, por un motivo que parece evidente: la marquesa del título aparece en el lienzo tocando una lira, en homenaje a las bellas artes, y en la lira aparece a su vez grabada una cruz esvástica, el símbolo celta del que se apropiaron los nazis. Pero el cuadro nunca llegó a Hendaya. Estuvo dando vueltas y hasta pidieron la colaboración del barón Thyssen-Bornemisza para encontrarlo. Finalmente, apareció en Getxo, muy cerca de Hendaya. Tal vez Franco cambió de opinión a última hora y optó por la cubertería en lugar del cuadro".

Éstas y otras historias se trenzan en una instalación que recrea el búnker de Alexander Platz y que incluye un gran mural, un lienzo de dos metros por ochenta centímetros titulado La guarida del lobo, versiones libres de mapas de la época, recreaciones de las maquetas que diseñó el arquitecto Albert Speer para su Germania y otros elementos pintados por Medina Galeote según su minuciosa técnica reproductora de los bosques de líneas, a rotulador y, según cuenta él mismo, "con una tonalidad distinta de la habitual: esta vez he optado por fondos más oscuros, y los amarillos y azules también son distintos". Aunque en las exposiciones individuales no es precisamente común ("Los artistas las aprovechamos siempre para cebarnos con nosotros mismos", señala Medina Galeote), Guernica-AlexanderPlatz presenta a un artista invitado: el pintor catalán Pere Llobera, que ha prestado a la causa un pequeño cuadro "que presenta muchas similitudes con la obra de Medina Galeote, tanto con la temática como con el trazo y el color". El resultado, apunta el antequerano, "se parece a una novela de Paul Auster: cuesta distinguir a veces qué se corresponde con la verdad. Pero en esto consiste contar historias. No queríamos hacer nada político, porque de haber sido así habríamos optado por un caso actual o por la Desbandá. La Historia ya tuvo su juicio. Nosotros sólo queríamos contarla". Al cabo, esto define a la especie humana desde que es tal: contar(se). En palabras e imágenes.

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