La ciudad y los días
Carlos Colón
Yo vi nacer a B. B.
Yo vi nacer el mito y el escándalo Bardot, allá por 1957. Y en directo, no a través de las noticias y las revistas ilustradas como los españoles que por cosas de la censura no pudieron ver hasta 1971 Y Dios creó a la mujer. Lo vi nacer en la matiné de un cine de Tánger, donde tantos años vivimos, quizás el Lux, quizás el Mauritania, poco después del estreno francés. Porque allí no había censura. Aunque sí escándalo.
Mi cinéfila y sacrificada madre, que se tragó, al ritmo de tres por semana, todas las películas de romanos y de monstruos –desde los de Ray Harryhausen a los de la Toho– que se puedan imaginar, me llevó a ver una de ellas en sesión infantil. No recuerdo la película, pero sí el tráiler. Salía una señora bailando descalza mientras unos tipos tocaban las maracas, el bongó y otros instrumentos tropicales. Lógicamente no lo recuerdo por eso, tenía siete años, sino porque de pronto empezaron a oírse gritos en francés de madres indignadas porque su prole fuera expuesta a tanta lujuria.
Los buenos cines de Tánger –el Roxy, el Mauritania, el Lux– siempre pasaban las películas en francés (y sin censura: de Debra Paget bailando con la menor ropa posible ante la diosa en La tumba india sí que me acuerdo), nunca en español, para un público francés o francoparlante (lo que allí éramos todos). Las películas españolas se reservaban para el cine Goya. Así que las madame se alzaron de sus asientos dirigiéndose a la cabina –los pobres cabinistas eran quienes pagaban siempre el pato del cabreo del público– gritando en francés que era una vergüenza que en una sesión infantil se proyectara el tráiler de esa película escandalosa que se anunciaba así: “Dios creó a la mujer… Y el diablo a B. B.”.
Pronto todo el mundo hablaba de la Bardot, todas las jóvenes se peinaban como la Bardot, todas las revistas traían en portada a la Bardot. Y en la jukebox del Café de París, junto a Petite fleur de Bechet, Non, je ne regrette rien de la Piaf o Diana de Paul Anka, mi padre ponía Brigitte Bardot, la samba-marcha de éxito mundial en la que Jorge Veiga se preguntaba por qué “Brigitte Bardot, Bardot, / Brigitte beijou, beijou. / Lá dentro do cinema, / Todo mundo se afobou”, respondiendo con la enumeración de sus atractivos: pelo, nariz, ojos, piel, boca, figura... ¡Todo!
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