pasado, presente, futuro

Simón Cano Le Tiec / Cultura@malagahoy.es

El simbolismo del cine negro español

ENRIQUE Urbizu siempre ha logrado adoptar un dinamismo poco convencional, aunque efectivo, en todas y cada una de sus cintas. Consigue modelar unos sencillos planteamientos narrativos hasta convertirlos en destellos de la humanidad más profunda, aquella que sólo exterioriza sus emociones cuando nota los extremos a los que ha sido llevada. Sus personajes logran alcanzar límites donde su presencia moral es la única que se llega a percibir, acabando por rodearse de una impactante estela de oscuridad que los envuelve hasta convertirlos en entes perturbados y desesperados. Tras un consistente desarrollo del argumento, la redención actúa como un complejo acto de humanidad donde sus protagonistas consiguen evocar al pasado como un sentimiento emergente que no busca su olvido, sino prolongar su inactividad. Antonio Resines acababa por contemplar las inmensidades del oceáno en La caja 507 mientras sus recuerdos se evadían de la desesperación, y ejemplificaban el pasado como una fracción de sí mismo, que no debía caer en el olvido, así como las euforias de las relaciones fraternales en La vida mancha.

Invadiendo sus cintas con impactantes fotogramas que buscan definirlas como imprevisibles, el director bilbaíno tiende a convertirlas en prosaicas representaciones de la complejidad humana, aplicando intensos diálogos bajo los cuales oculta una atípica sencillez que dota a sus películas de una fluidez donde abunda una naturalidad tan expresiva como significativa.

No habrá paz para los malvados sigue la estela tan representativa del cine negro español, cuyo simbolismo ha sido adoptado por su director, y revive el tan intenso thriller policial que Urbizu plasmó a la perfección en La caja 507. Nos presenta a un típico policía de dudoso criterio moral, atormentado por el pasado, a quien da vida un camaleónico José Coronado, quien destaca en sus papeles por un vacío emocional que sólo exterioriza mediante la frialdad de sus actos y lo cauteloso de los mismos. Además, el actor madrileño acostumbra a preparar exhaustivamente sus personajes para dotarlos de un mayor realismo que sea capaz de transmitir la profundidad del guión, partiendo desde la expresiva faz del actor.

El denominado "maestro del cine negro español" por el propio Coronado ha conseguido el aplauso de San Sebastián gracias a esta sombría cinta que busca la trascendencia de un ser humano impredecible, espontáneo y llevado al límite.

El guión que acompaña a sus cintas desprende un emotivo realismo que únicamente puede dotar a sus películas de un característico llanto a la realidad que las llena de sentimiento y significado, buscando la coherencia y el dinamismo. Caracteriza a su narración una pausada visión de los hechos cuya conclusión acaba cerrándose con brillantez, retomando el pulso del filme con exasperantes escenas que buscan un final atemporal y soberbio, hilandóse entre ellas hasta alcanzar un ritmo capaz de mantener la continuidad del espectador, y creando una catarsis positiva que convierte el fin en un nuevo comienzo.

Enrique Urbizu tiende a crear una ambientación soberbia, donde recrea sus historias mediante la creatividad y la interpretación, dando lugar a reflexiones humanas donde nacen nobles emociones que acaban por encontrar su lugar en la mente de sus personajes.

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