Liberando a Feijóo

La necesidad o no de establecer un cordón sanitario con la extrema derecha es una decisión de primera magnitud

Las situaciones provisionales nunca son recomendables y por eso el PP ha hecho bien en acelerar la celebración de su congreso. Pero debería haber servido no solo para elegir un nuevo líder, sino también para aclarar las dudas y contradicciones en las que últimamente esta organización está sumida. Hubiera sido conveniente que el partido fijara con claridad los niveles de autonomía y poder que tienen los dirigentes territoriales a la hora de fijar la política del conjunto de la organización, porque se puede dar la paradoja de que esta organización que pretende hacer de la defensa de la unidad de España uno de sus elementos identificativos, esté a punto de hacer de su estructura interna una federación de partidos distintos capaces cada una de ellas de adoptar políticas diferentes y contrarias, según el criterio de cada líder territorial.

De esta forma, el perfil político de la organización nacional se iría difuminando hasta hacerse irreconocible. Este sería el contradictorio resultado final del principal partido de la oposición, si persiste en el intento de delegar en las organizaciones territoriales la decisión sobre temas tan trascendentes como la aceptación de pactos para formar gobierno con Vox.

La necesidad o no de establecer un cordón sanitario o democrático con la extrema derecha es una decisión de primera magnitud para cualquier formación política y ha representado un elemento central en el debate político de muchos partidos liberales y conservadores de Europa. Existen argumentos más o menos solventes para inclinarse por una u otra posición, pero lo que en ningún caso podría entenderse es que fuera adoptada según el criterio y la conveniencia de los líderes regionales. La realidad es que nadie públicamente quiere asumir la responsabilidad de tomar esa decisión, así que se pretende falsamente trocearla para restarle importancia y que sean los hechos consumados los que eludan tener que dar explicaciones e intentar así liberar a su presidente 'in pectore', Alberto Núñez Feijóo, de tener que afrontar un debate en profundidad sobre la cuestión. Pero, de hecho, una vez aceptada la presencia de Vox en el gobierno de Castilla y León, parece claro cuál será el criterio general del PP al respecto en todos los casos; ni las protestas de algunos dirigentes ni la aparente negativa de otros va a alterar la posición que de forma tan subrepticia se ha tomado.

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