La ciudad y los días
Carlos Colón
Yo vi nacer a B. B.
ME cuenta un amigo la conversación que oyó en la Plaza de Mina, de Cádiz, el día de la clausura de la Cumbre Iberoamericana, a dos gaditanos acomodados en la barra de un bar. Uno, al ver el despliegue policial, le preguntó al otro: "Oye, ¿qué pasa en Cádiz?; ¿por qué hay tanta Policía?". El otro, en su papel de enterado, tan frecuente en Cádiz y que inmortalizó el Selu en los carnavales, le responde que se ha celebrado aquí una reunión de jefes de Estado y de Gobierno de América del Sur, a la que ha asistido el Rey de España y otras muchas personalidades. El gadita que preguntaba, después de oír la explicación, comentó: "Pero esa gente, sabrá comportarse, ¿no?".
Efectivamente, en la conmemoración del Bicentenario de la Constitución de Cádiz, que culminó con la cumbre, muchos han sabido comportarse y otros no tanto. Empezando por los que supieron comportarse, S. M. el Rey, al que pudo verse disminuido físicamente hasta el punto de que se operará de inmediato de la cadera, pero que no ha perdido su campechanía ni su afición a las tortillas de camarones. A continuación, el Ayuntamiento de Cádiz y su alcaldesa, a la que no se podrá negar que gracias a su tesón y esfuerzo la cumbre se ha celebrado con un éxito que no se pronosticaba. También se comportaron los ciudadanos, comprensivos de que un acontecimiento de esta naturaleza supone molestias e incomodidades, pero que es una inversión de futuro. La familia Córdoba, de El Faro, y Alfonso Rodríguez, de Jerez, y sus empleados, que han demostrado que en esta provincia hay gente capaz de dejar el pabellón muy alto en la restauración. No es coba, sino que es de justicia, reconocer que Diario de Cádiz y su edición digital (retransmitiendo en directo los discursos) han ofrecido una información exhaustiva del acontecimiento. Por último, y seguro que me olvido de muchos que también se comportaron, están los jefes de Estado y de Gobierno asistentes, que tuvieron unas intervenciones oportunas y que dio gusto oír en nuestra lengua.
Queda el capítulo de los que no supieron comportarse. En primer lugar, los siete ausentes jefes, que se excusaron con razones más o menos válidas. En segundo lugar, los pocos gaditanos que, entrevistados, mostraron su decepción porque no habían notado incremento de sus ventas o se quejaban del rodeo que tenían que dar para llegar a donde iban. Y para terminar, aquellos que teniendo un puesto de trabajo (y que cobran su sueldo, lo que hoy no va unido) no se limitaron, como hicieron otros compañeros, a reclamar más "carga de trabajo", con sus fogatas, sino que impidieron, la libre circulación de las personas, cortando el tráfico en el puente sobre la bahía.
También te puede interesar
La ciudad y los días
Carlos Colón
Yo vi nacer a B. B.
Brindis al sol
Alberto González Troyano
Teoría del regalo
Quousque tandem
Luis Chacón
Siempre en Navidad
Crónica personal
Pilar Cernuda
Paz en la tierra
Lo último