Letra pequeña

Javier Navas

La cadena del Rey Chico

19 de mayo 2008 - 01:00

LOS franceses tienen la afición de entretenerse periódicamente con la letra de La Marsellesa, modelo de incorrección política cuando no de apasionado llamamiento al asesinato: enemigos moribundos, que una sangre impura empape nuestros surcos, vuestros actos parricidas finalmente recibirán su castigo... Lamartine, Victor Hugo y Serge Gainsbourg (sí, el de "Je t'aime… moi non plus"; imagino que querría sustituir los exabruptos por jadeos) han intentado, cada uno en su momento, modificar los versos, como aquí se lleva sustituir de cuando en cuando con palabras el chunda-chunda nacional. Como siempre, la discusión francesa quedó en nada. Quizá hayan comprendido por fin que ni el más memorioso patriota pasa jamás de "Allons enfants de la patrie".

Els Segadors nos queda más cerca. Canta los hechos del Corpus de Sangre, cuando en 1640 un grupo de campesinos y barceloneses se levantaron contra el rey y, no teniéndolo a mano, se desahogaron contra algunos hombres ricos de la ciudad. El testimonio del soldado Francisco Manuel de Melo habla de cuerpos decapitados, ojos vaciados, lenguas y narices cortadas, peloteos y pases por la banda con cabezas aún sangrantes y "partes cuyo nombre ignora la modestia" adornando sombreros. La frase más repetida en el himno es "¡Echad mano de la hoz!". El Estatuto de Autonomía de Cataluña lo certifica como símbolo nacional y en las olimpiadas de 1992 el Rey Don Juan Carlos se sentó en su palco mientras sonaba. Creo recordar que en versión instrumental.

Aquí abajo somos más sencillos. El himno de la realidad nacional se limita a pedir cosas, aunque se echa de menos algún educado "por favor". El aniversario de la toma de Granada anima el cotarro cada vez que se acerca y en muchos pueblos la fiesta conmemora salvajadas, por no mencionar otra vez los frontispicios de ayuntamientos con yugo y flechas. No sé si la casa consistorial de Canillas de Aceituno estará enyugada. Sí que el equipo de gobierno municipal ha decidido modificar el escudo del pueblo; quitar al rey Boabdil, que aparece encadenado como recordatorio de su derrota por tropas castellanas. El alcalde considera que esa imagen es xenófoba (al parecer Boabdil no nació en España sino en Azerbaiyán) y racista (Boabdil debió de ser verde, o rosa o a cuadros: lo verdaderamente racista es confundir raza, etnia y religión). Así que ha decidido que es factible enmendar la historia con Tipp-Ex.

Se está volviendo una costumbre molesta de las instituciones públicas dar trabajo a sus gabinetes de prensa con solemnes patochadas. En lugar de preocuparse por lo que ocurre o lo que ocurrirá se preocupan por lo que ya no tiene remedio. Pero si nos lo pasamos tan bien con estos brindis al sol, ¿por qué vamos a dedicarnos a otra cosa más práctica, más útil y más aburrida? Que siga la fiesta del remiendo histórico y que vivan las cadenas.

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