Un pregonero de la libertad

Un valioso plantel de periodistas y escritores ha desgranado las turbias ambiciones que esconde todo nacionalismo

A medida que los sucesos de Cataluña se aceleran, cada vez más envenenados, los medios de opinión reparten críticas y culpabilidades, pero con frecuencia olvidan resaltar que, en medio de estas turbulencias, también existe algún motivo de satisfacción: como el representado por el sabio distanciamiento con el que se ha seguido el conflicto desde fuera de Cataluña. La altisonante gesticulación del secesionismo no ha provocado respuestas del mismo tono en la vida cotidiana de las restantes regiones. La discriminación altanera hacia los "otros", incluida en los planteamientos separatistas, apenas se ha tenido en cuenta, o se ha percibido con el escepticismo propio de un hermano mayor ante la pataleta infantil de quien no sabe reconocer el origen de sus frustraciones y se inventa un enemigo exterior.

Pero si estas reacciones del resto de los españoles han sido tan mesuradas, cabe también atribuirlo al papel desempeñado por las intervenciones en la prensa de opinión y en un buen número de libros que han analizado y desenmascarado con suficiencia las jugadas nacionalistas. Un valioso plantel de periodistas y escritores, día a día, ha desgranado las turbias ambiciones que esconde todo nacionalismo. Esta aportación intelectual, rica y sólida, le ha ganado la partida del pensamiento a un trasnochado movimiento muy proclive a las consignas pero poco dado a las argumentaciones.

Lo que apena, como escribía hace unos días Félix de Azúa, es que esta clarividencia, bastante profética además, no haya sido tenida en cuenta antes por parte las instituciones políticas. Como pasó con la voz de Casandra, en Troya, las advertencias de tantos escritos han empezado a ser apreciadas, por los políticos, demasiado tarde, cuando el incendio está iniciándose. De todos modos, habría que rendirle tributo a los que han bregado estos años, con la pluma, para que los ideales de igualdad, solidaridad y libertad continúen presidiendo la convivencia de todos los españoles. Por eso se agradece que ayer, domingo, el Ayuntamiento de San Fernando, la antigua Isla de León, para celebrar el aniversario de las primeras sesiones de las Cortes liberales y constitucionales, invitara a tomar la palabra a Fernando Savater. No se podía haber buscado mejor pregonero. Ha sido un gesto de reconocimiento simbólico a los que, como él, han alumbrado las mejores ideas para fortalecernos en estos días de desconcierto. Su discurso fue espléndido, léanlo.

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