La riña

ESTE es el título y también otro más descriptivo de Duelo a garrotazos, de la obra de Francisco de Goya, una de sus pinturas negras, donde dos personas, enterradas hasta las rodillas luchan a bastonazos. Hoy esta pintura viene a la memoria a la vista del resultado de las elecciones generales y, sobre todo, respecto de las previsiones de formar un Gobierno estable, producto de un pacto democrático. Parece mentira que lo que es una práctica común en otros países europeos, se excluya en España, a la vista de las declaraciones efectuadas.

Las posibilidades de un pacto de gobierno entre las dos formaciones más votadas, para el caso muy probable de que nadie sacara mayoría absoluta ya se puso en peligro en el agrio debate entre Rajoy y Sánchez. Este último necesitaba una reafirmación de su liderazgo ante su partido y electorado, pero podía haberse limitado a interrumpir y no dejar hablar a Rajoy (como hizo con la complacencia del moderador del debate), sin necesidad de poner en duda su honorabilidad. Lo digo mal: afirmó con rotundidad y reiteración su indecencia. Tras las elecciones y en este clima de crispación, Pedro Sánchez declara que se ha votado para cambiar a Rajoy, pero se olvida que no es esta la opinión mayoritaria del pueblo español, puesto que el PP ganó las elecciones, sobrepasando a su partido en 1.684.847 votos. Por su parte, consigue el peor resultado en la historia del PSOE. Pablo Iglesias no ha contribuido a la mejora del clima. Como si hubiese sido el ganador, la misma noche de las elecciones puso sus condiciones que, como dijeron al alimón el Guerra y Talleyrand, no pueden ser y además son imposibles. Porque, además de decir que ni por activa ni por pasiva va a permitir un Gobierno del PP, como si a él hubiere que pedirle permiso, impone al PSOE, para votar a Sánchez, que acepte un referéndum "absolutamente imprescindible en Cataluña" y consagrar en la Constitución el derecho de las comunidades a decidir su encaje territorial.

Mientras, la Bolsa no hace más que bajar y la prima de riesgo subir. Como no quiero que usted se deprima ante ese panorama, que en el mejor de los casos llevaría a una repetición de las elecciones en mayo, con la consiguiente paralización de inversiones, hay que recordar que la reforma de la Constitución necesita del consentimiento del PP, con el que no cuentan los que, solos, quieren modificarla. Menos mal que ya contamos con unos presupuestos para 2016, cuya elaboración tanto se criticó. Creo que toda Europa está pendiente de comprobar si los españoles estamos en las mismas posturas antagónicas del cuadro de Goya, o si tras 40 años de democracia hemos aprendido a respetarnos y a pactar.