Nos roban Cataluña

¿Quién le dio permiso a las autoridades catalanas para decidir sobre la propiedad de su comunidad autónoma?

Cuando hace más de 40 años Josep Tarradellas decía "en política se puede hacer todo, menos el ridículo" nadie podía imaginar como sus sucesores faltarían tanto a dicho principio. Hoy un territorio, apreciado en el pasado por su dinamismo y capacidad de emprendimiento, se ha sumergido en un espectáculo grotesco donde los más incapaces tratan de dirigir sus designios. Pero es bueno recordarles que, ni son imprescindibles, ni van a ninguna parte con sus ensoñaciones totalitarias.

¿Quién le dio permiso a las autoridades catalanas para decidir sobre la propiedad de su comunidad autónoma? Evidentemente nadie, pero parece que Puigdemont y sus correligionarios no se dan cuenta que, al igual que Andalucía les pertenece, también a nosotros nos pertenece Cataluña. Ese fue el contrato que firmamos todos los españoles mediante la Constitución, siendo la región catalana la que más apoyó dicho acuerdo, y del que ahora tratan de escabullirse estos dirigentes abrazándose a cuestiones tan simples como el idioma o el terruño. ¿Se imaginan que los matemáticos, que no sólo tienen una nomenclatura específica sino además una simbología especial, decidieran bajo esas consideraciones exigir territorios propios? La simple idea es tan ridícula como el hecho de sentirse superior cuando los demás no conocen tu idioma. Pero con los años algunos han llegado a aferrarse tanto a esos banales principios que lo llegan a llamar "hecho diferencial", en vez de riqueza lingüística.

No por ello deja de ser preocupante que tanta condescendencia haya desembocado en la situación actual. Lo que sí tiene de positivo es que todos han tenido que situarse frente al independentismo, sacando lo mejor y lo peor de cada uno. Esperemos que en estas circunstancias sea la ley la que predomine sobre los primitivos instintos de los más radicales, porque la irracionalidad e intolerancia vividos en el Parlamento catalán estos días ha sonrojado a propios y extraños. Nadie podía imaginar que un gobierno se pareciese más al ejercito de Pancho Villa que al modelo europeo que dicen querer representar. Evidentemente con este tipo de acciones la credibilidad internacional de Cataluña ha tocado fondo, y ha asumido a sus ciudadanos en la más absoluta desconfianza entre ellos mismos. Pero esto debe acabar porque, como decía el historiador inglés Tony Judt "Cuanto más igualitaria es una sociedad, más confianza reina en ella".

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