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Juanma Moreno: El traje de presidente

  • Moreno, un hombre metódico que inició su recorrido por Andalucía en 2014 a bordo de una furgoneta

Juanma Moreno Juanma Moreno

Juanma Moreno / Rosell

Y a la tercera venció. Pocos se esperaban que Juanma Moreno se embutiera con tanta facilidad en el traje de presidente y ya lo tiene en propiedad. No en su entorno, donde aseguran que sólo necesitaba tener el foco. Metódico, constante y disciplinado, con jornadas con agendas extenuantes y que agotan a los colaboradores. A los que exige. Guante de seda en mano de hierro.

Cuentan que lo que más disfruta es visitar Andalucía, un hábito que adquirió durante sus años en la oposición, cuando subido a una furgoneta quería darse a conocer. Aunque el cálculo no es exacto, vencer en las urnas le ha costado más de quince mil kilómetros desde que comenzara su periplo en 2014, los últimos tres mil, en estos pasados quince días.

De dieta frugal, intenta cuidar su alimentación y huye de los excesos. Quienes le conocen saben también de su imposibilidad para dormir más de unas pocas horas cada noche. Un insomnio innato que durante la pandemia se ha visto agravado. El Covid trajo algunas prácticas que ya ejercía. Como lavarse continuamente las manos. Algo obsesivo incluso, como con la manía de limpiar cualquier asiento antes de posarse. De joven leía algunos libros de autoyuda. Ahora dice que se ha aficionado a los de historia, quizá porque dentro de poco espera verse en alguno por su hito en Andalucía. Asegura que el sueño de joven de ser presidente se ha cumplido, pero en 2014 su camino iba por otros derroteros.

Más de una década vivió muy de cerca el malagueño Juanma Moreno (52 años) la fontanería de la calle Génova, la sede del PP nacional. Secretario ejecutivo de Nuevas Tecnologías, de Política Municipal, de Política Local, coordinador de Política Autonómica y Local en las direcciones de José María Aznar y Mariano Rajoy. Pero le atraía mucho más la gestión que el dominio del aparato del partido. Allí aprendió a estar siempre en guardia y a fiarse lo justo de los adversarios pero también de los propios.

No fue un buen estudiante. Lo intentó con Psicología y Magisterio por la Universidad de Málaga. Con 19 años se le cruzó la política tras asistir a un mitin de Aznar y su activismo universitario le catapultó a Nuevas Generaciones, la rama juvenil del PP. Primero Málaga, luego Andalucía y Madrid, con tres años de paso por el Parlamento andaluz. Siempre de la mano de Javier Arenas. Perdió su ascendencia orgánica en su propio territorio y su primera acta en el Congreso de los diputados fue por Cantabria.

En 2011, Rajoy le designaba secretario de Estado de Servicios Sociales e Igualdad. Su ambición entonces era llegar a ministro. Consciente de que no es habitual que el titular de una cartera en un Gobierno de derechas careciera de formación universitaria, obtuvo el grado en Protocolo por la Universidad privada Camilo José Cela, luego un master y completo el currículum con otros títulos en liderazgo y dirección de empresa.

Juan Manuel Moreno Bonilla, con relativa seguridad, habría alcanzado su meta en noviembre de 2014. La ministra de Sanidad entonces, Ana Mato, dimitía tras su implicación en el caso Gürtel y su sustituto natural era él. Un futurible imposible de comprobar porque ya se encontraba en Andalucía. En febrero de ese año, Soraya Sáenz de Santamaría, Javier Arenas y Elías Bendodo convencieron a Rajoy para que forzara su regreso como presidente del PP andaluz.

Dolores de Cospedal, ex secretaria general del PP, había perdido el pulso. También el ex ministro Juan Ignacio Zoido, que apadrinaba a José Luis Sanz, alcalde de Tomares y hoy aspirante a la Alcaldía de Sevilla, como su relevo en el partido. Moreno estaba asentado en Madrid, con su mujer y sus hijos, sin intención de volver a la política en Andalucía. 

Después de permanecer alejado catorce años de las estructuras orgánicas del partido, se puso en manos de Elías Bendodo, que le asignó a dos personas de su máxima confianza para que intentaran protegerle de los afilados cuchillos que le esperaban en algunas provincias. Mientras, él se subía a la furgoneta. La historia ha sido publicada en numerosas ocasiones. Cuando Moreno en las elecciones de 2018, con 26 escaños, obtuvo el segundo peor resultado de la historia del PP, en la calle Génova se encontraba Zoido a la espera de cobrarse aquella noche su cabeza. 

Era su última oportunidad. En la primera, en 2015, obtuvo 33 escaños, muy lejos de los 50 que le había dejado en herencia Javier Arenas. Ahora ha colocado el listón en 58. Cuando acabe el mandato, con 56 años, afirma que quiere devolverle el tiempo que le ha quitado a su familia. Pero con su amigo Feijóo en Madrid y con las vueltas de la vorágine política, habrá que saber si esta presidencia le sacia las ganas de ser ministro o intenta probar otro traje similar en otro ámbito distinto, ahora que ya se ha costumbrado al cargo.

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