Carnaval

Canto a la tierra y a la vida

  • La primera noche de semifinales del COAC en el Teatro Cervantes dejó buenas vibraciones y letras a la par sentimentales y reivindicativas.

El pie de foto es 'La murga ¿Pa qué has venío, cabesa?' en su actuación de anoche en el Cervantes

El pie de foto es 'La murga ¿Pa qué has venío, cabesa?' en su actuación de anoche en el Cervantes / J.L. Pérez

La oportunidad que brinda el Carnaval cada mes de febrero a quienes forman parte de su realidad es la del canto profundo, sincero, que parte del corazón. Ya en el Alameda, y ahora con la llegada al Teatro Cervantes, las agrupaciones participantes en el Concurso tienen una oportunidad para reivindicar y mostrar su afecto hasta desgarrarse en lágrimas.

La primera semifinal del Concurso Oficial de Agrupaciones de Canto (COAC) reunió a formaciones con mucho nivel, demostrando que se trata de una competición que tiene altura y que tener un puesto para la final no será tarea fácil para murgas, comparsas, cuartetos ni coro, en singular.

Con la subida del telón azul del Teatro Cervantes llegaban los primeros nervios. Las emociones y sensaciones. Las letras nacidas del alma. El recuerdo y cariño a la tierra, a una Andalucía construida entre todos, sin diferenciar, ni falta que hace, la procedencia de quien cantaba anoche al respetable. De los piropos a Málaga frente a la crítica ácida del escaparate museístico y el complejo de parque de atracciones en los que, según las letras carnavaleras, se ha convertido la capital. Fue la noche de los sentimientos a la familia, a los abuelos, las madres y los niños, presentes en la murga de Merchán y que abrieron la noche bajo la batuta de Paqui Prieto en una murga infantil enlutada en comparsa. En el recuerdo también la memoria de Miguel Ángel Crespo, que ocupó el cargo de presidente de la Fundación del Carnaval durante 11 años, y que falleció en 2016 para dejar un COAC de sentimiento. También recuerdo para Rafael Estades, El Morta, quien recibió por sorpresa el pito de oro ante todos los directores de las agrupaciones malagueñas de canto presentes en el escenario.

Tras los ratoncillos de la agrupación infantil, convertido en delicias de un público que a la par les reclama y resopla, llegaba el turno de la competición. Con voces engoladas y rodillas al aire llegó el coro gaditano Los que mueren por salir con el gordo. Reivindicativos en su canto a Cádiz y a lo que fue el socialismo en su primer tango, derrocharon voz y completaron su actuación con un popurrí de ritmos conocidos y completo. Sus caras lo decían todo, habían disfrutado la experiencia y el público agradeció que el género se recuperase.

Entre las comparsas el nivel no bajó. Cinco plazas en la final auguraban una batalla vocal de altura y, en la primera semifinal, así fue. Los maestros picassianos del Guti estremecían en el patio de butacas con sus altos y una dulzura vocal que superaba con creces a parte del respetable. Mejores en pasodobles que en cuplés, hicieron gala de la noche de recuerdos a Crespo y David Guerrero, el niño pintor, esencia de esta Comparsa del maestro.

No se lo puso fácil Bésame, la comparsa de Marbella que volvía al Cervantes tras su quinto premio en 2016. Los cuplés enlazados y divertidos junto a pasodobles de mucha altura, entre ellos el dedicado al pregonero Dede Cortés, se hacían fuertes frente a la delicada, por aquello de fina y dulce, unión entre personaje, voces y gestos. A su vez, Los Reyes de David Santiago supieron aprovechar su experiencia y tirón tras vencer el pasado año con letras muy comprometidas, descaradas y reflexivas. Con la acidez que se presupone. La música y las voces cuidadas son santo y seña de esta agrupación.

Frente a la comparsa aparecía la murga como reina del baile, con 14 agrupaciones en esta fase del COAC. Abrieron la noche las muchachas feas de Pa que nadie te la quite, la ganadora de 2016, cuyo tipo sirve para encontrar buenos pegotes en cada momento, con su toque de “poca vergüenza” carnavalera. Se salieron del tipo para homenajear los 18 años sobre las tablas en un pasodoble dedicado a las madres, sentadas cerca de quien escribe y visiblemente emocionadas por ser, de alguna forma, parte de la escena.

La verdad según se mire, murga de Torremolinos, arriesgó con un tipo donde todo son las manos y la propia cara tras el espejo de la sinceridad. Supieron hacer de la crítica una virtud, saliendo de su escenografía para comenzar un pasodoble en silencio. Sin más. Creando la misma incomodidad que sienten los grupos sobre las tablas cuando el público no responde ni por misericordia a pesar de los meses de esfuerzo puestos para salir a la escena.

La noche quedó rematada con los marcianos de Merchán, que volvía al Teatro tres años después. Toda su actuación destacó por la diversión de los extraterrestres en una conexión con el público que marcó la velada, incluyendo la aparición del personaje de Vera Luque y las referencias sin hacer daño a Pariente, Benji o la murga del Susi en sus letras.

Cerraron la noche los wedding planners de Córdoba con la murga Los que vienen como anillo al dedo. La hora pasó factura entre los palcos pero el personaje y sus letras hacían honor a su nombre. Consiguieron poner de pie al público y cerrar una semifinal que no deja claro nada de cara a la final.

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