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Cinco minutos de lucidez le sirvieron al Antequera para amarrar un punto en Heliópolis (2-2) que le permite descansar fuera del descenso. Es un relax efímero, pues la línea de crédito es casi nula y el miércoles llega el Cádiz, emir del Grupo IV. Ayer los modestos se revelaron y la lucha por la salvación se ha apretado.
El conjunto malagueño echó mano de la casta para remontar un 2-0 que, hasta ese momento, hacía justicia a los méritos desplegados por el Betis B, muy serio durante todo el encuentro y, por instantes, haciendo vibrar al respetable con el trato del balón. Pero eso fue hasta el diez de la segunda parte, el otro partido comenzó a escribirlo Ador. El ariete antequerano acortó distancias desde los once metros aprovechando un penalti muy discutido por el cuadro bético, indignado con la actuación de Pérez Vidarte. Cinco minutos después, Valentín remató al fondo de las mallas un centro medido de Manu. El empate malagueño desató otra vez la furia de los de Josep María Nogués, que reclamó falta del goleador visitante sobre el guardameta Adrián.
En la hora previa el filial del Betis había acumulado una renta otrora suficiente. Los heliopolitanos saltaron al césped con la intención de hacerse con la manija en el centro del campo y lo consiguieron gracias a Salva, sobresaliente en el pivote. Damián fue su complemento perfecto y entre los dos anularon la línea de creación de los de Tello, donde sólo el ex malaguista Manu dejaba algún que otro destello. En las gradas se rumoreaba el gol sevillano y a los 25 minutos Fran Machado le puso el nombre. Jugada trenzada y magnífico remate. El tanto hizo que los béticos se sintieran más cómodos e Israel, cerca del descanso, logró el segundo en una jugada individual.
El 2-0 antes de enfrentar el túnel de vestuarios parecía decisivo, pero en vez de pasar factura en las filas antequeranas les insufló oxígeno. Los de Tello saltaron al césped enrabietados y cogieron desprevenido al Betis B, aturdido por el despertar visitante. En un cuarto de hora, el Antequera hizo el trabajo y se preparó para sufrir. Lo hizo bien. La última media hora fue un monólogo local y Diego Segura estuvo muy cerca de echar por tierra la labor antequerana.
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