Cabezas como flotador
El base malagueño decide con una suspensión desde cuatro metros un partido competidísimo. El Gran Canaria lideró más tiempo, pero Ndong (17 puntos y 11 rebotes) fue el sostén
El barranco estaba ahí y el Unicaja bailó durante casi todo el partido sobre el abismo al que le empujaba el Gran Canaria y la caldera a fuego lento que había preparado y consumía al equipo malagueño. Pero siempre hubo un motivo por el que creer. No muchos, porque dimitió Haislip, las faltas consumieron a Archibald, Kelati se terminó de borrar y Cook repitió algún sangrante error a la hora del pase. Pero allí estuvo un coloso de ébano llamado Boniface Ndong para ejercer de sostén durante 40 minutos, la osadía siempre necesaria de Joe Gomis, el oficio de campeones del mundo de Berni Rodríguez y Carlos Jiménez y alguna pincelada en forma de triple de Jiri Welsch.
En la hora del estoque, Carlos Cabezas, de verde y oro para dejar su sello. 68-68, Sanders yerra un triple, Jiménez captura otro rebote más (nueve) y el balón queda para el base malagueño. Era su jugada, desde que la recibió sabía que sólo la soltaría para dejarla en la red. Faltaban 17 segundos y el Gran Canaria decidió aguantar con la prórroga en la manga. Cabezas repitió la misma jugada con la que antes había desbordado a Mario Bruno Fernández repetidamente en el tercer cuarto. Se fue por fuerza, determinación y fe. Y calidad. Se suspendió desde los cuatro metros sin enemigos a su alrededor por su genial maniobra anterior y, efectivamente, la bola conectó con la red. Quedaban 3.6 segundos, pero el postrero intento triple de Fisher no vio aro. Y el Unicaja pisaba suelo firme (68-70) con el soberbio impulso de Carlos Cabezas.
Se salvó un match ball de manera agónica. Y el domingo habrá que rematar. No se jugó un buen partido, el Gran Canaria lideró durante más tiempo, pero cayó de maduro. Recordó a aquel cuarto partido en Alicante hace cuatro años. Allí estaba Jorge Garbajosa, en Las Palmas Carlos Cabezas, también colosal aquel día. Lo que queda para los anales es el resultado Y en play off la poesía se escribe de forma materialista. Una canasta cambia la perspectiva, hace bueno lo que por momentos fue horroroso. Pero por este deporte eso se llama baloncesto. Y nos gusta.
Del grado de competitividad del partido dio idea que el salto inicial hubo que repetirlo tres veces, una manera de marcar el territorio quizá. Lo ganó al final Haislip, el Unicaja. También la duración real del encuentro, dos horas. El peso lo llevó desde el inicio el Kalise, envalentonado por su ruidosa afición. Las ventajas nunca eran superiores a los seis puntos (10-4, 16-10). Fisher lideraba al bando amarillo, Ndong emergía en el verde cajista como sostén, porque se echaba de menos a Haislip, Welsch tuvo una primera irrupción fantasmagórica y Gomis disponía el protagonismo del que careció en el primer encuentro.
Subvertió la situación el Unicaja, lentamente, como pasaba el tiempo en el Centro Insular. Las presiones a toda pista tras canasta creaban problemas a los pupilos de Maldonado. Dos robos se transformaron en puntos de Haislip y Cabezas. Y un alley hoop del base culminado por Ndong anunciaba una mejoría (24-27) ficticia. Al contrario, la respuesta del Gran Canaria fue un parcial de 12-2 adverso. La incapacidad para anotar desde el triple (0/11 al descanso) dañaba al Unicaja mientras Fisher anotaba un cortante 3+1 (36-29) en el epílogo del primer tiempo.
La primera jugada tras la reanudación acabó con un triple de Welsch. Lo que no se consiguió en 20 minutos sí se logró en 30 segundos. Cambio de tendencia, se podía intuir. El duelo se emparejó en dos minutos mágicos de Cabezas (42-42), que rompía a Mario Fernández del derecho y del revés para anotar tres suspensiones consecutivas desde tres-cuatro metros. Aíto le quitó justo en ese momento. Y en un angosto margen, normalmente con liderazgo amarillo, el partido se acercaba a su desenlace.
Welsch sumó la segunda anotación desde los 6,25 metros ya en el último cuarto para comprimir el duelo cuando el Gran Canaria se marchaba (61-53). El valor de cada canasta se multiplicaba. Por eso, el triple de Cook a falta de tres minutos y medio se celebró como un gol en el banquillo cajista. Por su valor simbólico y porque devolvía el liderazgo en el marcador (63-65). En el equilibrio máximo, Cabezas emergió y ejerció de flotador. El Unicaja está vivo.
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